Sugerimos que cuando lea una nota de este blog (sea subida de otro sitio o escrita por nosotros) ponga en práctica el consejo de San Pablo dado a los tesalonicenses que presentamos a continuación: 1Tesalonicenses 5:21 Antes bien, examinadlo todo cuidadosamente , retened lo bueno; 5:22 absteneos de toda forma de mal.
Como en el caso de su connacional Federico Nietzsche, Karl Marx simplemente da el ateísmo por sentado. No es algo que el fundador del comunismo procurase demostrar ni racional ni empíricamente. El ateísmo es su credo de fe. Lo cree porque sí.
Antes de considerar los ataques intelectuales que Marx lanzó contra la fe cristiana, es necesario destacar que el alemán aceptó toda una serie de presuposiciones que no podía comprobar filosóficamente. Además de presuponer el ateísmo, Marx ejerció su fe religiosamente en el materialismo, la ética, la justicia, la verdad y el sentido de la vida y la historia.
Lo que es aun más irónico es que el propio sistema filosófico marxista se lee como un tratado de teología sistemática: el revolucionario prusiano nos ofrece una doctrina de creación (el mundo es auto-creado), de pecado original (la división de labor y la propiedad privada), de conversión (unirse a la causa comunista), de redención (el proletariado), de eclesiología (el partido comunista) y de escatología (el fin de la historia, esto es, la revolución).1 Total, ¡casi podríamos tachar a Marx de teólogo o de comunólogo!.
Ahora vamos a fijarnos en ocho argumentos clave que Marx empleó contra la religión en general y a refutarlos uno por uno.
Marx se enfadó al ver como la religión mantuvo atados a los pobres y desfavorecidos en Europa. Vio como el judaísmo y el cristianismo mantenían el status quo intacto. Observa Juan Antonio Monroy que, “Cuando Karl Marx critica la religión estaba criticando la avaricia del judío materialista. Estaba criticando el protestantismo burgués aliado con el capital. Estaba criticando la explotación del obrero por parte de las altas jerarquías católicas”.2
Pero esta crítica en sí no es una refutación del cristianismo genuino sino un ataque contra una religión degenerada y anti-bíblica que no refleja los valores del Reino de Dios. Las Escrituras están repletas de pasajes que condenan la opresión injusta de los ricos por encima de los pobres. “Sin duda la explotación no era la norma en Israel, comenta el profesor evangélico Benjamín Gálvez, piensa en el Jubileo, la remisión, en la redención (el pariente redentor), la reposición de un nombre para que no se perdiera una tierra”.
El Nuevo Testamento enseña la misma verdad que el Antiguo. Un solo texto nos servirá de ejemplo. “He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de lo que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos” (Santiago 5:4).
La frase atea más conocida de Marx es la siguiente: “La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo”.
Marx quiso decir que el cristianismo es una droga reconfortante que ayuda a los marginados y explotados a soportar las dificultades de la vida. Es una droga ilusoria y artificial creada por la necesidad humana. No obstante, respondemos diciendo que la religión cristiana conlleva muchísimo más que un suave mensaje de consuelo. ¿Acaso no nos manda el Salvador que nos neguemos a nosotros, que tomemos nuestra cruz y que le sigamos hasta la muerte? ¿Quién, en su sano juicio, fabricaría una religión ilusoria que exige tanto?.
Además, podríamos contestar a los marxistas diciéndoles que su ateísmo es sencillamente una droga ilusoria.
Con razón los pecadores tales como Josef Stalin tendrían ganas de inventar una cosmovisión que les permitiera vivir cómo les diera la gana, una filosofía que no amenazara a nadie con el juicio venidero.
Para retocar la frase de Marx podríamos afirmar que, “El ateísmo es el opio de los impíos”. Como escribió el poeta polaco Czeslaw Milosz, “Estamos siendo ahora testigos de una transformación. El verdadero opio del pueblo es creer que no existe nada tras la muerte –el gran consuelo de pensar que todas nuestras traiciones, nuestra codicia, nuestros crímenes, no van a ser juzgados”.3
Siguiendo el análisis del ateo alemán Ludwig Feuerbach, Marx cree que Dios es simplemente una proyección de los ideales humanos. Es decir, Dios no existe. No es nada más que la extensión de la subjetividad humana.
Esta creencia atea, sin embargo, no deja de ser una simple confesión de fe. Es dogmatismo marxista. ¿Dónde está la prueba racional o empírica de que sea así? ¿Por qué no dar la vuelta a la torta de nuevo y decir que el ateísmo es un invento humano, una proyección humana?.
Si todas las culturas que hay sobre la faz de la tierra tienen un concepto de lo trascendental, será por algo, ¿no? ¿Y qué hacemos con el diseño inteligente del universo y la complejidad irreducible de las células más simples? ¿Qué diremos sobre la existencia del cosmos? ¿Por qué se corresponde la mente humana con las leyes de la ciencia? La cuestión sobre Dios es mucho más que un asunto de subjetividad humana. Hay razones científicas objetivas bien serias para tomar en serio la hipótesis de Dios.
Desde su primer estudio sobre la filosofía religiosa de Plutarco, Marx aseveró que la religión es individualista, centrada en el alma, el cielo y Dios. Tal manera de pensar denigra las relaciones interpersonales, atentando contra el espíritu comunista.
Por un lado es cierto que la Biblia hace hincapié en la necesidad de paz entre el creyente y Dios, no obstante, por otro lado las Escrituras llaman a los convertidos a formar parte de la nueva familia de la fe, esto es, la Iglesia. La fe en Dios y el amor por los hermanos no son realidades mutuamente excluyentes sino complementarias. Al fin y al cabo, ¿no dijo el apóstol Juan “Si alguno dice: Yo amo a Dios y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4:20).
En cuanto a la crítica sobre la fascinación de los cristianos con el cielo, la historia de la Iglesia revela un sinfín de bendiciones que el pueblo de Dios ha derramado sobre este mundo: orfanatos, residencias de ancianos, hospitales, organizaciones caritativas, programas de alfabetización, universidades, principios democráticos, educación, etc. Aquéllos que viven a la luz del futuro profetizado por Dios transforman el presente para la gloria del Señor.
No hay duda de que el cristianismo de la época de Marx fue dominado por una fuerte corriente de antropocentrismo. Desde los días de la filosofía antropocéntrica de Descartes y de Kant, tristemente la teología occidental llegó a enfocarse cada vez más en el ser humano.
El teólogo más citado en la generación de Marx no fue Lutero ni Calvino sino el padre de la teología liberal, Federico Schleiermacher. Schleiermacher, el cual no profesó fe en el Cristo de las Escrituras, inauguró una nueva metodología teológica que no comenzó con la revelación de Dios en las Escrituras sino con la experiencia religiosa del hombre moderno. Así la teología se convirtió en antropología. El mismo legado antropocéntrico se halla en los escritos de teólogos destacados posteriores tales como Ritschl, von Harnack, Hermann, Bultmann y Tillich.
En realidad en este quinto punto, compartimos el punto de vista de Marx y decimos “¡Amén!” Los protestantes conservadores siempre hemos rechazado una teología antropocéntrica y nos alegra que Marx sea de nuestra postura. Sin embargo, en vez de refugiarnos en el ateísmo, decidimos entregarnos a una teología basada en la voz del Omnipotente, revelada en Cristo y registrada en las Escrituras.
Marx siguió el espíritu moderno cuando preguntó en 1843: “¿Es Dios soberano o el hombre?” Su interrogante propuso que la libertad humana y la existencia de Dios son incompatibles. Por esta razón uno de los héroes del fundador del comunismo fue Prometeo, el cual proclamó su odio hacia todos los dioses.
Nuestra respuesta es que Marx nos ofrece una falsa alternativa entre el señorío de Dios y la libertad humana. Creemos que el ser humano es esclavo por naturaleza, no obstante, Dios convierte las almas para que sean verdaderamente libres en Cristo. Irónicamente, el sistema marxista –dado su materialismo- es determinista. Esto quiere decir que no hay tal cosa como la libertad humana. Es pura ficción. El hombre no es nada sino un conjunto de átomos.
Añadimos también que los países que implementaron los principios marxistas a lo largo del siglo pasado produjeron algunos de los dictadores más feroces de toda la historia mundial. Pensamos en Pol Pot en Camboya, Ceausescu en Rumanía, Mao II en China y Stalin en la Unión Soviética. El siglo XX reveló que el marxismo es una fábrica de tiranos. “La pérdida de la creencia en un Dios de juicio desemboca en brutalidad”.4
Si Dios no existe, ¿cómo explicar el cosmos? ¿Por qué hay algo y no nada? Marx contestó diciendo que el universo se creó a sí mismo.
Infelizmente Marx no se dio cuenta de que nada puede crearse a sí mismo. Si x crea a y, sabemos que antes de que exista y, tiene que existir X.
Es lógica y matemáticamente absurdo. La única solución es que algo creó el universo o, mejor dicho, que alguien lo creó, alguien no sometido a los límites del espacio-tiempo, alguien tremendamente poderoso, alguien como Dios.
Una de las convicciones más importantes en el pensamiento marxista es que la religión es producto de la alienación socio-económica. Esto significa que cuando tal alienación esté superada, las personas ya no se preocuparán por la cuestión de Dios.
Primero, esta hipótesis es una simple teoría de un incrédulo. ¡Nada más, nada menos! Segundo, es manifiestamente falsa. ¿Acaso no hay muchas personas en este mundo que profesan fe en Dios aunque no sufren alienación socio-económica? Aun en la iglesia primitiva había hermanos ricos. Escribió Pablo a Timoteo: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 1:17).
El rico, por cierto, tiene que compartir con el que padece necesidad (Efesios 4:28).
Con todo, los argumentos de Marx contra la religión son poco satisfactorios a nivel académico. En ningún momento pretende Marx demostrar la no existencia de Dios en plan objetivo; simplemente se dedica a lanzar acusaciones no fundamentadas contra la fe bíblica.
Antes de terminar, también sería importante resaltar un dato más de interés: la enorme cantidad de cristianos en zonas previamente dominadas por fuerzas marxistas. Llevo varios años predicando la Palabra en Rumanía donde hay literalmente millares de cristianos. Y luego me cuentan de los millones que siguen al Señor en la ex Unión Soviética y hasta ochenta millones de cristianos en las iglesias subterráneas de la China. De forma sorprendente, son justamente los países que han procurado eliminar el cristianismo que ahora gozan de tantísimos nacidos de nuevo.
1[1]BOCKMUEHL, Klaus, The Challenge of Marxism (IVP: Leicester, 1980), p. 17.
2[1]MONROY, Juan Antonio, ¿En qué creen lo que no creen? (Clie: Barcelona, 2008), p. 22.
3[1]Citado en KELLER, Tim, La razón de Dios (Andamio: Barcelona, 2014), p. 133.
4[1]Ibíd., p. 133.
Fuente: http://protestantedigital.com/magacin/40397/Como_refutar_el_ateismo_de_Karl_Marx
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Protestante Digital
Como en el caso de su
paisano Federico Nietzsche, Karl Marx simplemente da el ateísmo por
sentado. No es algo que el fundador del comunismo procurase demostrar ni
racional ni empíricamente. El ateísmo es su credo de fe. Lo cree porque
sí.
Antes de considerar los ataques intelectuales que Marx lanzó contra la
fe cristiana, es necesario destacar que el alemán aceptó toda una serie
de presuposiciones que no podía comprobar filosóficamente. Además de
presuponer el ateísmo, Marx ejerció su fe religiosamente en el
materialismo, la ética, la justicia, la verdad y el sentido de la vida y
la historia.
Lo que es aun más irónico es que el propio sistema filosófico marxista
se lee como un tratado de teología sistemática: el revolucionario
prusiano nos ofrece una doctrina de creación (el mundo es auto-creado),
de pecado original (la división de labor y la propiedad privada), de
conversión (unirse a la causa comunista), de redención (el
proletariado), de eclesiología (el partido comunista) y de escatología
(el fin de la historia, esto es, la revolución).1 Total, ¡casi podríamos
tachar a Marx de teólogo o de comunólogo!
Ahora vamos a fijarnos en ocho argumentos clave que Marx empleó contra
la religión en general y a refutarlos uno por uno.
1.- El cristianismo apoya a los fuertes
Marx se enfadó al ver como la religión mantuvo atados a los pobres y
desfavorecidos en Europa. Vio como el judaísmo y el cristianismo
mantenían el status quo intacto. Observa Juan Antonio Monroy que,
“Cuando Karl Marx critica la religión estaba criticando la avaricia del
judío materialista. Estaba criticando el protestantismo burgués aliado
con el capital. Estaba criticando la explotación del obrero por parte de
las altas jerarquías católicas”.2
Pero esta crítica en sí no es una refutación del cristianismo genuino
sino un ataque contra una religión degenerada y anti-bíblica que no
refleja los valores del Reino de Dios. Las Escrituras están repletas de
pasajes que condenan la opresión injusta de los ricos por encima de los
pobres. “Sin duda la explotación no era la norma en Israel, comenta el
profesor evangélico Benjamín Gálvez, piensa en el Jubileo, la remisión,
en la redención (el pariente redentor), la reposición de un nombre para
que no se perdiera una tierra”.
El Nuevo Testamento enseña la misma verdad que el Antiguo. Un solo texto
nos servirá de ejemplo. “He aquí, clama el jornal de los obreros que
han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado
por vosotros; y los clamores de lo que habían segado han entrado en los
oídos del Señor de los ejércitos” (Santiago 5:4).
2.- El cristianismo es una droga ilusoria
La frase atea más conocida de Marx es la siguiente: “La religión es el
suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, el
espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo”.
Marx quiso decir que el cristianismo es una droga reconfortante que
ayuda a los marginados y explotados a soportar las dificultades de la
vida. Es una droga ilusoria y artificial creada por la necesidad humana.
No obstante, respondemos diciendo que la religión cristiana conlleva
muchísimo más que un suave mensaje de consuelo. ¿Acaso no nos manda el
Salvador que nos neguemos a nosotros, que tomemos nuestra cruz y que le
sigamos hasta la muerte? ¿Quién, en su sano juicio, fabricaría una
religión ilusoria que exige tanto?
Además, podríamos contestar a los marxistas diciéndoles que su ateísmo
es sencillamente una droga ilusoria. Con razón los pecadores tales como
Josef Stalin tendrían ganas de inventar una cosmovisión que les
permitiera vivir cómo les diera la gana, una filosofía que no amenazara a
nadie con el juicio venidero.
Para retocar la frase de Marx podríamos afirmar que, “El ateísmo es el
opio de los impíos”. Como escribió el poeta polaco Czeslaw Milosz,
“Estamos siendo ahora testigos de una transformación. El verdadero opio
del pueblo es creer que no existe nada tras la muerte –el gran consuelo
de pensar que todas nuestras traiciones, nuestra codicia, nuestros
crímenes, no van a ser juzgados”.3
3.- Dios es una proyección humana
Siguiendo el análisis del ateo alemán Ludwig Feuerbach, Marx cree que
Dios es simplemente una proyección de los ideales humanos. Es decir,
Dios no existe. No es nada más que la extensión de la subjetividad
humana.
Esta creencia atea, sin embargo, no deja de ser una simple confesión de
fe. Es dogmatismo marxista. ¿Dónde está la prueba racional o empírica de
que sea así? ¿Por qué no dar la vuelta a la torta de nuevo y decir que
el ateísmo es un invento humano, una proyección humana?
Si todas las culturas que hay sobre la faz de la tierra tienen un
concepto de lo trascendental, será por algo, ¿no? ¿Y qué hacemos con el
diseño inteligente del universo y la complejidad irreducible de las
células más simples? ¿Qué diremos sobre la existencia del cosmos? ¿Por
qué se corresponde la mente humana con las leyes de la ciencia? La
cuestión sobre Dios es mucho más que un asunto de subjetividad humana.
Hay razones científicas objetivas bien serias para tomar en serio la
hipótesis de Dios.
4.- El cristianismo es individualista, enfocado en el más allá
Desde su primer estudio sobre la filosofía religiosa de Plutarco, Marx
aseveró que la religión es individualista, centrada en el alma, el cielo
y Dios. Tal manera de pensar denigra las relaciones interpersonales,
atentando contra el espíritu comunista.
Por un lado es cierto que la Biblia hace hincapié en la necesidad de paz
entre el creyente y Dios, no obstante, por otro lado las Escrituras
llaman a los convertidos a formar parte de la nueva familia de la fe,
esto es, la Iglesia. La fe en Dios y el amor por los hermanos no son
realidades mutuamente excluyentes sino complementarias. Al fin y al
cabo, ¿no dijo el apóstol Juan “Si alguno dice: Yo amo a Dios y aborrece
a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha
visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4:20).
En cuanto a la crítica sobre la fascinación de los cristianos con el
cielo, la historia de la Iglesia revela un sinfín de bendiciones que el
pueblo de Dios ha derramado sobre este mundo: orfanatos, residencias de
ancianos, hospitales, organizaciones caritativas, programas de
alfabetización, universidades, principios democráticos, educación, etc.
Aquéllos que viven a la luz del futuro profetizado por Dios transforman
el presente para la gloria del Señor.
5.- El cristianismo es antropocéntrico
No hay duda de que el cristianismo de la época de Marx fue dominado por
una fuerte corriente de antropocentrismo. Desde los días de la filosofía
antropocéntrica de Descartes y de Kant, tristemente la teología
occidental llegó a enfocarse cada vez más en el ser humano.
El teólogo más citado en la generación de Marx no fue Lutero ni Calvino
sino el padre de la teología liberal, Federico Schleiermacher.
Schleiermacher, el cual no profesó fe en el Cristo de las Escrituras,
inauguró una nueva metodología teológica que no comenzó con la
revelación de Dios en las Escrituras sino con la experiencia religiosa
del hombre moderno. Así la teología se convirtió en antropología. El
mismo legado antropocéntrico se halla en los escritos de teólogos
destacados posteriores tales como Ritschl, von Harnack, Hermann,
Bultmann y Tillich.
En realidad en este quinto punto, compartimos el punto de vista de Marx y
decimos “¡Amén!” Los protestantes conservadores siempre hemos rechazado
una teología antropocéntrica y nos alegra que Marx sea de nuestra
postura. Sin embargo, en vez de refugiarnos en el ateísmo, decidimos
entregarnos a una teología basada en la voz del Omnipotente, revelada en
Cristo y registrada en las Escrituras.
6.- Dios es un tirano
Marx siguió el espíritu moderno cuando preguntó en 1843: “¿Es Dios
soberano o el hombre?” Su interrogante propuso que la libertad humana y
la existencia de Dios son incompatibles. Por esta razón uno de los
héroes del fundador del comunismo fue Prometeo, el cual proclamó su odio
hacia todos los dioses.
Nuestra respuesta es que Marx nos ofrece una falsa alternativa entre el
señorío de Dios y la libertad humana. Creemos que el ser humano es
esclavo por naturaleza, no obstante, Dios convierte las almas para que
sean verdaderamente libres en Cristo. Irónicamente, el sistema marxista
–dado su materialismo- es determinista. Esto quiere decir que no hay tal
cosa como la libertad humana. Es pura ficción. El hombre no es nada
sino un conjunto de átomos.
Añadimos también que los países que implementaron los principios
marxistas a lo largo del siglo pasado produjeron algunos de los
dictadores más feroces de toda la historia mundial. Pensamos en Pol Pot
en Camboya, Ceausescu en Rumanía, Mao II en China y Stalin en la Unión
Soviética. El siglo XX reveló que el marxismo es una fábrica de tiranos.
“La pérdida de la creencia en un Dios de juicio desemboca en
brutalidad”.4
7.- El universo es auto-creado
Si Dios no existe, ¿cómo explicar el cosmos? ¿Por qué hay algo y no
nada? Marx contestó diciendo que el universo se creó a sí mismo.
Infelizmente Marx no se dio cuenta de que nada puede crearse a sí mismo.
Si x crea a y, sabemos que antes de que exista y, tiene que existir x.
No obstante, si decimos que x crea a x, estamos diciendo que x tenía que
existir antes de su propia existencia, esto es, que x existía y no
existía al mismo tiempo. Es lógica y matemáticamente absurdo. La única
solución es que algo creó el universo o, mejor dicho, que alguien lo
creó, alguien no sometido a los límites del espacio-tiempo, alguien
tremendamente poderoso, alguien como Dios.
8.- La religión es el producto de alienación socio-económica
Una de las convicciones más importantes en el pensamiento marxista es
que la religión es producto de la alienación socio-económica. Esto
significa que cuando tal alienación esté superada, las personas ya no se
preocuparán por la cuestión de Dios.
Primero, esta hipótesis es una simple teoría de un incrédulo. ¡Nada más,
nada menos! Segundo, es manifiestamente falsa. ¿Acaso no hay muchas
personas en este mundo que profesan fe en Dios aunque no sufren
alienación socio-económica? Aun en la iglesia primitiva había hermanos
ricos. Escribió Pablo a Timoteo: “A los ricos de este siglo manda que no
sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son
inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en
abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 1:17).
El rico, por cierto, tiene que compartir con el que padece necesidad
(Efesios 4:28).
Conclusión
Con todo, los argumentos de Marx contra la religión son poco
satisfactorios a nivel académico. En ningún momento pretende Marx
demostrar la no existencia de Dios en plan objetivo; simplemente se
dedica a lanzar acusaciones no fundamentadas contra la fe bíblica.
Antes de terminar, también sería importante resaltar un dato más de
interés: la enorme cantidad de cristianos en zonas previamente dominadas
por fuerzas marxistas. Llevo varios años predicando la Palabra en
Rumanía donde hay literalmente millares de cristianos. Y luego me
cuentan de los millones que siguen al Señor en la ex Unión Soviética y
hasta ochenta millones de cristianos en las iglesias subterráneas de la
China. De forma sorprendente, son justamente los países que han
procurado eliminar el cristianismo que ahora gozan de tantísimos nacidos
de nuevo.
1 BOCKMUEHL, Klaus, The Challenge of Marxism (IVP: Leicester, 1980), p.
17.
2 MONROY, Juan Antonio, ¿En qué creen lo que no creen? (Clie: Barcelona,
2008), p. 22.
3 Citado en KELLER, Tim, La razón de Dios (Andamio: Barcelona, 2014), p.
133.
4 Ibíd., p. 133.
Leer más: http://protestantedigital.com/magacin/40397/Como_refutar_el_ateismo_de_Karl_Marx
Leer más: http://protestantedigital.com/magacin/40397/Como_refutar_el_ateismo_de_Karl_Marx
Como en el caso de su connacional Federico Nietzsche, Karl Marx simplemente da el ateísmo por sentado. No es algo que el fundador del comunismo procurase demostrar ni racional ni empíricamente. El ateísmo es su credo de fe. Lo cree porque sí.
Antes de considerar los ataques intelectuales que Marx lanzó contra la fe cristiana, es necesario destacar que el alemán aceptó toda una serie de presuposiciones que no podía comprobar filosóficamente. Además de presuponer el ateísmo, Marx ejerció su fe religiosamente en el materialismo, la ética, la justicia, la verdad y el sentido de la vida y la historia.
Lo que es aun más irónico es que el propio sistema filosófico marxista se lee como un tratado de teología sistemática: el revolucionario prusiano nos ofrece una doctrina de creación (el mundo es auto-creado), de pecado original (la división de labor y la propiedad privada), de conversión (unirse a la causa comunista), de redención (el proletariado), de eclesiología (el partido comunista) y de escatología (el fin de la historia, esto es, la revolución).1 Total, ¡casi podríamos tachar a Marx de teólogo o de comunólogo!.
Ahora vamos a fijarnos en ocho argumentos clave que Marx empleó contra la religión en general y a refutarlos uno por uno.
1.- El cristianismo apoya a los fuertes
Marx se enfadó al ver como la religión mantuvo atados a los pobres y desfavorecidos en Europa. Vio como el judaísmo y el cristianismo mantenían el status quo intacto. Observa Juan Antonio Monroy que, “Cuando Karl Marx critica la religión estaba criticando la avaricia del judío materialista. Estaba criticando el protestantismo burgués aliado con el capital. Estaba criticando la explotación del obrero por parte de las altas jerarquías católicas”.2
Pero esta crítica en sí no es una refutación del cristianismo genuino sino un ataque contra una religión degenerada y anti-bíblica que no refleja los valores del Reino de Dios. Las Escrituras están repletas de pasajes que condenan la opresión injusta de los ricos por encima de los pobres. “Sin duda la explotación no era la norma en Israel, comenta el profesor evangélico Benjamín Gálvez, piensa en el Jubileo, la remisión, en la redención (el pariente redentor), la reposición de un nombre para que no se perdiera una tierra”.
El Nuevo Testamento enseña la misma verdad que el Antiguo. Un solo texto nos servirá de ejemplo. “He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de lo que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos” (Santiago 5:4).
2.- El cristianismo es una
droga ilusoria
La frase atea más conocida de Marx es la siguiente: “La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo”.
Marx quiso decir que el cristianismo es una droga reconfortante que ayuda a los marginados y explotados a soportar las dificultades de la vida. Es una droga ilusoria y artificial creada por la necesidad humana. No obstante, respondemos diciendo que la religión cristiana conlleva muchísimo más que un suave mensaje de consuelo. ¿Acaso no nos manda el Salvador que nos neguemos a nosotros, que tomemos nuestra cruz y que le sigamos hasta la muerte? ¿Quién, en su sano juicio, fabricaría una religión ilusoria que exige tanto?.
Además, podríamos contestar a los marxistas diciéndoles que su ateísmo es sencillamente una droga ilusoria.
Con razón los pecadores tales como Josef Stalin tendrían ganas de inventar una cosmovisión que les permitiera vivir cómo les diera la gana, una filosofía que no amenazara a nadie con el juicio venidero.
Para retocar la frase de Marx podríamos afirmar que, “El ateísmo es el opio de los impíos”. Como escribió el poeta polaco Czeslaw Milosz, “Estamos siendo ahora testigos de una transformación. El verdadero opio del pueblo es creer que no existe nada tras la muerte –el gran consuelo de pensar que todas nuestras traiciones, nuestra codicia, nuestros crímenes, no van a ser juzgados”.3
3.- Dios es una proyección
humana
Siguiendo el análisis del ateo alemán Ludwig Feuerbach, Marx cree que Dios es simplemente una proyección de los ideales humanos. Es decir, Dios no existe. No es nada más que la extensión de la subjetividad humana.
Esta creencia atea, sin embargo, no deja de ser una simple confesión de fe. Es dogmatismo marxista. ¿Dónde está la prueba racional o empírica de que sea así? ¿Por qué no dar la vuelta a la torta de nuevo y decir que el ateísmo es un invento humano, una proyección humana?.
Si todas las culturas que hay sobre la faz de la tierra tienen un concepto de lo trascendental, será por algo, ¿no? ¿Y qué hacemos con el diseño inteligente del universo y la complejidad irreducible de las células más simples? ¿Qué diremos sobre la existencia del cosmos? ¿Por qué se corresponde la mente humana con las leyes de la ciencia? La cuestión sobre Dios es mucho más que un asunto de subjetividad humana. Hay razones científicas objetivas bien serias para tomar en serio la hipótesis de Dios.
4.-
El cristianismo es individualista, enfocado en el más allá
Desde su primer estudio sobre la filosofía religiosa de Plutarco, Marx aseveró que la religión es individualista, centrada en el alma, el cielo y Dios. Tal manera de pensar denigra las relaciones interpersonales, atentando contra el espíritu comunista.
Por un lado es cierto que la Biblia hace hincapié en la necesidad de paz entre el creyente y Dios, no obstante, por otro lado las Escrituras llaman a los convertidos a formar parte de la nueva familia de la fe, esto es, la Iglesia. La fe en Dios y el amor por los hermanos no son realidades mutuamente excluyentes sino complementarias. Al fin y al cabo, ¿no dijo el apóstol Juan “Si alguno dice: Yo amo a Dios y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4:20).
En cuanto a la crítica sobre la fascinación de los cristianos con el cielo, la historia de la Iglesia revela un sinfín de bendiciones que el pueblo de Dios ha derramado sobre este mundo: orfanatos, residencias de ancianos, hospitales, organizaciones caritativas, programas de alfabetización, universidades, principios democráticos, educación, etc. Aquéllos que viven a la luz del futuro profetizado por Dios transforman el presente para la gloria del Señor.
5.- El cristianismo es antropocéntrico
No hay duda de que el cristianismo de la época de Marx fue dominado por una fuerte corriente de antropocentrismo. Desde los días de la filosofía antropocéntrica de Descartes y de Kant, tristemente la teología occidental llegó a enfocarse cada vez más en el ser humano.
El teólogo más citado en la generación de Marx no fue Lutero ni Calvino sino el padre de la teología liberal, Federico Schleiermacher. Schleiermacher, el cual no profesó fe en el Cristo de las Escrituras, inauguró una nueva metodología teológica que no comenzó con la revelación de Dios en las Escrituras sino con la experiencia religiosa del hombre moderno. Así la teología se convirtió en antropología. El mismo legado antropocéntrico se halla en los escritos de teólogos destacados posteriores tales como Ritschl, von Harnack, Hermann, Bultmann y Tillich.
En realidad en este quinto punto, compartimos el punto de vista de Marx y decimos “¡Amén!” Los protestantes conservadores siempre hemos rechazado una teología antropocéntrica y nos alegra que Marx sea de nuestra postura. Sin embargo, en vez de refugiarnos en el ateísmo, decidimos entregarnos a una teología basada en la voz del Omnipotente, revelada en Cristo y registrada en las Escrituras.
6.-
Dios es un tirano
Marx siguió el espíritu moderno cuando preguntó en 1843: “¿Es Dios soberano o el hombre?” Su interrogante propuso que la libertad humana y la existencia de Dios son incompatibles. Por esta razón uno de los héroes del fundador del comunismo fue Prometeo, el cual proclamó su odio hacia todos los dioses.
Nuestra respuesta es que Marx nos ofrece una falsa alternativa entre el señorío de Dios y la libertad humana. Creemos que el ser humano es esclavo por naturaleza, no obstante, Dios convierte las almas para que sean verdaderamente libres en Cristo. Irónicamente, el sistema marxista –dado su materialismo- es determinista. Esto quiere decir que no hay tal cosa como la libertad humana. Es pura ficción. El hombre no es nada sino un conjunto de átomos.
Añadimos también que los países que implementaron los principios marxistas a lo largo del siglo pasado produjeron algunos de los dictadores más feroces de toda la historia mundial. Pensamos en Pol Pot en Camboya, Ceausescu en Rumanía, Mao II en China y Stalin en la Unión Soviética. El siglo XX reveló que el marxismo es una fábrica de tiranos. “La pérdida de la creencia en un Dios de juicio desemboca en brutalidad”.4
7.- El universo es auto-creado
Si Dios no existe, ¿cómo explicar el cosmos? ¿Por qué hay algo y no nada? Marx contestó diciendo que el universo se creó a sí mismo.
Infelizmente Marx no se dio cuenta de que nada puede crearse a sí mismo. Si x crea a y, sabemos que antes de que exista y, tiene que existir X.
No obstante, si decimos que X crea a X, estamos diciendo que X tenía que existir antes de su propia existencia, esto es, que x existía y no existía al mismo tiempo.
Es lógica y matemáticamente absurdo. La única solución es que algo creó el universo o, mejor dicho, que alguien lo creó, alguien no sometido a los límites del espacio-tiempo, alguien tremendamente poderoso, alguien como Dios.
8.- La religión es el producto de alienación
socio-económica
Una de las convicciones más importantes en el pensamiento marxista es que la religión es producto de la alienación socio-económica. Esto significa que cuando tal alienación esté superada, las personas ya no se preocuparán por la cuestión de Dios.
Primero, esta hipótesis es una simple teoría de un incrédulo. ¡Nada más, nada menos! Segundo, es manifiestamente falsa. ¿Acaso no hay muchas personas en este mundo que profesan fe en Dios aunque no sufren alienación socio-económica? Aun en la iglesia primitiva había hermanos ricos. Escribió Pablo a Timoteo: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 1:17).
El rico, por cierto, tiene que compartir con el que padece necesidad (Efesios 4:28).
Conclusión
Con todo, los argumentos de Marx contra la religión son poco satisfactorios a nivel académico. En ningún momento pretende Marx demostrar la no existencia de Dios en plan objetivo; simplemente se dedica a lanzar acusaciones no fundamentadas contra la fe bíblica.
Antes de terminar, también sería importante resaltar un dato más de interés: la enorme cantidad de cristianos en zonas previamente dominadas por fuerzas marxistas. Llevo varios años predicando la Palabra en Rumanía donde hay literalmente millares de cristianos. Y luego me cuentan de los millones que siguen al Señor en la ex Unión Soviética y hasta ochenta millones de cristianos en las iglesias subterráneas de la China. De forma sorprendente, son justamente los países que han procurado eliminar el cristianismo que ahora gozan de tantísimos nacidos de nuevo.
1[1]BOCKMUEHL, Klaus, The Challenge of Marxism (IVP: Leicester, 1980), p. 17.
2[1]MONROY, Juan Antonio, ¿En qué creen lo que no creen? (Clie: Barcelona, 2008), p. 22.
3[1]Citado en KELLER, Tim, La razón de Dios (Andamio: Barcelona, 2014), p. 133.
4[1]Ibíd., p. 133.
Fuente: http://protestantedigital.com/magacin/40397/Como_refutar_el_ateismo_de_Karl_Marx
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¿Está usted afirmado sobre la Roca de la Salvación? Jesucristo: Dios con nosotros, quien vino a morir por nuestros pecados y nuestra maldad; quien resucitó al tercer día y vuelve en breve según su inquebrantable promesa. Isaías 55:6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.Isa 55:7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.Nota relacionada:
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