Fe y Gracia
Al inquirir sobre la relación de Dios con el mal, específicamente
con Satanás, debemos cuidarnos de pensar en Dios como el origen del
mal. Dios no obligó a Satanás a pecar, ni es responsable del pecado de
Satanás.
La Escritura nos muestra a Satanás como una creación de Dios,
hecha con gran belleza, esplendor, perfección y sabiduría, y delegada
con poder y autoridad (Ez. 28:12-14). A la vez, Isaías 14:13 y Ezequiel
28:15 nos revelan el orgullo y la soberbia que llenaron el corazón de
este ser creado, de tal modo que anheló ser semejante al altísimo y
poner su trono al lado o por encima al de Dios.
Las preguntas que se mantienen entonces serían, ¿sabía Dios que este
ser angelical se rebelaría? Si, sí lo sabia, ¿para qué lo creó? Si no lo
sabía, ¿la rebelión de los ángeles tomo a Dios por sorpresa? Estas
preguntas mal enfocadas nos darán una imagen distorsionada de Dios. Pero
una visión correcta de Dios nos mostrará el camino que debemos seguir.
Nuestras preguntas no deben llevarnos a sacar conclusiones sobre Dios:
es nuestro conocimiento del Dios de la Biblia el que debe llevarnos a
encontrar las respuestas a nuestras dudas.
Un Dios sabio
La
Biblia nos habla de un Dios eterno que conoce el final de las cosas
desde el principio. La Escritura nos revela a un Dios Soberano que todo
lo que quiere, lo hará (Salmo 135:6). Un Dios omnisciente, soberano,
santo y todopoderoso, el cual hace todas las cosas para Su Gloria. Los
cielos cuentan su gloria, nosotros fuimos creados para Su Gloria, fuimos
redimidos para que se desplegara Su Gloriosa justicia, sabiduría, amor,
poder, misericordia, redención y gracia.
Entonces: ¿sabía Dios
que Satanás se rebelaría? Sí. ¿Sabía Dios que el hombre pecaría? Sí.
Entonces, ¿para qué lo creó? Para mostrar su gloria en su justicia y
poder con los ángeles, a los cuales Pedro dice que “no perdonó” (2 P.
2:4), como también para mostrar Su Gloria, Su inmenso amor, y Su Gracia Soberana con los hombres que también pecaron pero que Él decidió salvar.
Jamás nada ha tomado a Dios por sorpresa.
Ni la rebelión de los ángeles
ni la caída del hombre. Es así como el Cordero fue inmolado desde antes
de la fundación del mundo (cp. Ap. 13:18).
El papel de Satanás
La Escritura nos muestra un plan eterno, lo que algunos llaman “El
Pacto Eterno” o el “Pacto de Redención”, el cual fue acordado en la
eternidad entre el Padre y el Hijo en relación a los elegidos.
“De este modo, la infinita sabiduría de Dios puede ser dada a conocer
ahora por medio de la iglesia a los principados y potestades en los
lugares celestiales, conforme al propósito eterno que llevó a cabo en
Cristo Jesús nuestro Señor”, Efesios 3:10-11
“El nos ha salvado y
nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino
según Su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús
desde la eternidad”, 2 Timoteo 1:9.
El Dios que adoramos tenía un
plan redentor para reunir en Cristo todas las cosas (cp. Ef. 1:3-12)
para alabanza de su Gloriosa Gracia, para mostrar su soberanía al
elegirnos, para desplegar con algunos –incluyendo los ángeles caídos–,
su poder y su justicia, y para mostrar en un grupo elegido su inmensa
misericordia.
Cuidémonos de pensar que Dios y el diablo son
iguales. Satanás también es un instrumento en las manos del Dios
soberano. Él no puede traspasar lo que Dios ha dicho, no puede cambiar
lo que Dios ya determinó, ni –como bien demuestra el libro de Job– puede
hacer nada sin la autorización de Dios.
Él es un perro atado, salvaje y
feroz, lleno de ira, pero sostenido y detenido por una cadena en las
manos del Dios de los cielos.
Alabado y bendito sea el Dios y
Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición
espiritual, habiéndonos escogido desde antes de la fundación del mundo
en Jesucristo, el Amado, y quien obra todas las cosas para Su gloria y
nuestra bien.
Eso incluye también a Satanás.
Fuente: https://www.facebook.com/FeyGracia7/photos/a.699312830154427.1073741828.699303066822070/928983993853975/?type=3&fref=nf
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