sábado, 9 de julio de 2016

UNA INTERPRETACIÓN SOBRE LA BATALLA DEL ARMAGEDÓN



Gracia Eficaz






Uno de los puntos conflictivos, tanto con los dispensacionalistas como con los "Testigos de Jehová", es la batalla de Armagedón, a la que se alude en Apocalipsis 16:16.

Historia de una interpretación literalista.

En su excelente estudio sobre el Apocalipsis, el eminente exégeta William Hendriksen enumera una larga lista de interpretaciones que se han dado en cuanto al significado de Armagedón. 

 
También Adam Clarke, en su Commentary and Critical Notes, escribe atinadamente:

 
"Durante los últimos veinte años, esta batalla de Armagedón ha sido peleada en varios lugares, de acuerdo a nuestros ciegos videntes y nuestros profetas autoinspirados. En una ocasión fue Austerlítz, en otra Moscú, en otra Leipzig, y ahora Waterloo. Y así ha ido y seguirán yendo, siendo confundidos y confundiendo a otros."

 
Esto escribía A. Clarke en 1814. El tiempo transcurrido desde entonces le ha dado la razón. Acertó en sus previsiones, cada generación ha creído que en su tiempo, y no en otro, iba a cumplirse el conflicto de Armagedón. 

 
Hendriksen detalla, por ejemplo, lo que se ha venido diciendo en nuestros días; asi, se ha creído que la batalla de Armagedón seria librada, ya entre Rusia y las naciones mahometanas contra el mundo anglosajón; o entre Rusia, Italia y el Japón, contra Inglaterra, Francia y Estados Unidos; o entre Estados Unidos, Alemania y el Japón, contra Rusia, China, etc., etc.

 
Entre los literalistas la batalla tiene que ser librada por las naciones que sitian a Jerusalén, pero a las que Cristo y sus santos derrotarán cuando, de repente, desciendan para libertar a los judíos sitiados. Otra versión popular en nuestros días, dentro de esta linea de interpretación, es la que contempla Armagedón como el choque de las fuerzas combinadas de la civilización occidental, unidas bajo la dirección de un dictador romano, y las vastas hordaa de Oriente, probablemente formando la maquinaria de guerra de la China roja.

 
Los Testigos de Jehová, con su peculiar hermenéutica, que mezcla lo simbólico y lo literal, a su gusto y capricho, han venido a engrosar la lista de lo que Clarke denominaba, hace más de 150 años, profetas de ciegos videntes y profetas autoinspirados que van y vienen, siendo confundidos y confundiendo a otros.

 

Cómo entender lo que la Biblia dice sobre Armagedón:
 

El vocablo «Armagedón» viene de Megido (= monte, o meseta de Megido), ciudad de Israel que se menciona varias veces en el Antiguo Testamento. 

 
Lo encontramos, por ejemplo, en Jueces 4:2-3, cuando Israel se hallaba oprimido por el cananeo Jabíh, las huestes de este rey saqueaban frecuentemente, sin piedad, los sembrados y cosechas de los israelitas. 

 
Tan numerosas eran estas hordas cananeas, que los judíos llegaron a tener miedo de salir siquiera a los caminos (Jue. 5:6). El monarca cananeo y su general Sisara eran fuertes, y los oprimidos israelitas no podían hacer nada. 

 
¿Qué hubieran podido ellos contra los novecientos carros de combate, bien herrados, de los cananeos? Apenas si tenían escudo o lanza (Jue. 5:8). 

 
De pronto, surge una mujer valiente; Débora, ella sabe bien que, humanamente hablando, Israel no puede obtener ninguna victoria contra los cananeos, pero sabe también que Jehová sí Puede (Jue. 4;5). Un día, Débora se presenta a Barac, el Juez, y le dice: "Levántate, porque este es el día en que Jehová ha entregado a Sisara en tus manos..." (Jue. 4:14).

 
Viene luego la batalla. ¿En qué lugar? En Megído (Jue. 5:19), donde todos los enemigos de Israel son derrotados. Jehová mismo aplasta a los opresores del pueblo de Dios (Jue. 5:21).

 
Armagedón es, pues, el símbolo de todas las batallas en las que el Señor manifiesta su poder cuando, humanamente hablando, el pueblo de Dios no tiene salida posible y se encuentra totalmente indefenso y oprimido. 

 
Pero también se nos anuncia para el final de los tiempos una decisiva y última batalla de Armagedón, que coincide con aquel período en que Satanás será «desatado un poco de tiempo» (Apoc. 11:7-11). Cuando el mundo, bajo la dirección de Satanás, de un fuerte poder anticristiano y de la religión universal anticristiana profetizados por el Apocalipsis el dragón, la bestia y e! falso profeta, se halle presto para lanzarse contra la Iglesia y devorar lo poco que quede de ella, cuando los hijos de Dios sean perseguidos sin piedad.

 
Oprimidos por todas partes, cuando clamen por socorro y parezca que los cielos los han abandonado, entonces justamente aparecerá Cristo, de repente, sobre las nubes de gloria, para liberar a su pueblo. Dicha aparición final, con la intervención del Señor en favor de su pueblo, es lo que el Apocalipsis entiende por Armagedón. Será el conflicto decisivo entre las fuerzas de la impiedad y las de la justicia.

¿Pueden ponerse fechas a este final?.

Pero, en buena exégesis Bíblica, lo que no se puede hacer es poner fechas ni aun aproximadas a este acontecimiento final "He aquí yo vengo como ladrón", dice el Señor, en perfecta armonía con lo que enseñó en las parábolas del Reino: que su venida sería repentina e inesperada "como ladrón en la noche". Por eso dice el Apocalipsis: "Bienaventurado el que vela y guarda sus ropas, para que no ande desnudo y vean su vergüenza" (16:15).

 
Además de las gestas de Débora, Megido fue lugar de otros importantes eventos en la historia de Israel, tal como la narra el Antiguo Testamento. De ahí que se le haya escogido como tipo o símbolo de la gran batalla final. Pero es una prueba de inmadurez el ocuparse de teorías e hipótesis en cuanto al momento y lugar exactos de esta última y definitiva contienda de la historia humana, mientras ignoramos o no prestamos suficiente atención a la necesidad de estar preparados para la venida del Señor. 

 
Todavía es peor el conectar nuestra expectación vigilante, no en relación con nuestra fe y dedicación al Señor Jesucristo, sino el vincularla casi exclusivamente con la actitud guardada con respecto a la organización de los "Testigos de Jehová". ¡Suicidio total!

 
La Esposa del Cordero, la Iglesia y no otra organización, el pueblo de Dios en dirección a Jesucristo y no a Brooklyn (sede de los T.J.), es quien tiene que vestirse de lino fino, limpio y resplandeciente, "porque lino fino son las acciones justas de los santos" (Apoc. 19:6-8).

 
El Cordero es Cristo (Jn. 1:29), y la Esposa es la Iglesia (Ef. 5:22-23), sin duda alguna. 

 
Sí hemos aceptado a Jesucristo como Salvador y Señor de nuestra vida, entonces somos Iglesia, somos Esposa del Cordero, y participamos de las nupcias ocupándonos en obras de justicia y de amor, preservando así nuestra vestidura, para no andar desnudos y para que nadie vea nuestras vergüenzas (Apoc. 16:15). Tal es el mensaje vital, ineludible, el único importante, que tiene para todos los estudiantes sinceros de la Biblia la batalla de Armagedón Preparémonos para el gran conflicto final. 

 
¿Cuándo serán estas cosas? Nadie lo sabe, porque a Dios no le plugo revelárnoslo. 

 
En cualquier caso, Jesús advierte que vendrá sin previo aviso, como ladrón en la noche. Ello debería hacernos redoblar nuestra vigilancia espiritual.



Fuente: https://www.facebook.com/profile.php?id=100011312536252 



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