Discernir
En nuestra conferencia "Idolatría y Ocultismo", explico los principios del ocultismo. Aunque se manifiesta de muchas formas, uno de sus puntales es el conocimiento. Cuando el hombre pecó en el Edén, una de las cosas que perdió fue el acceso al conocimiento.
El adversario, conocido como satanás, suple al hombre con un falso conocimiento, a fin de engañarlo y llevarlo a no adorar al único Dios.
En todas las religiones se usa el tema del conocimiento oculto y las jerarquías para atraer y sojuzgar a la gente. Todas enseñan que cuanto más se profundice en la religión en cuestión, más conocimiento se obtendrá.
La masonería es un buen ejemplo de ello. En sus filas se han establecido 33 grados, que el adepto va alcanzando según se involucra y compromete más y más con la organización.
Cuál es la recompensa? Un supuesto conocimiento oculto, según ellos, reservado solamente para los que lo merecen por sus obras. Toda religión se basa en obras propias.
Uno de los conocimientos ocultos ansiados por los principiantes de la masonería, es conocer el nombre de su dios. Cuando un masón alcanza el 13er grado, se le denomina Maestro del Arco Real.
En ese grado se le revela el nombre de su "dios", que es Jabulón. Cuando Napoleón y otros masones esconden la mano en el pecho, están rindiendo culto a ese "dios".
Jabulón es una composición entre la forma siria de Jehová, la partícula "el", que quiere decir Baal (señor) y "on", que alude al dios sol egipcio.
En otras palabras, los masones adoran a satanás en su manifestación de "dios" sol. Ese es el antiguo culto babilónico a satanás. Más adelante, cuando alcanzan los niveles máximos, se les revela que su dios se llama Lucifer, aunque no lo ven desde la perspectiva Bíblica.
Pero eso ya es otra historia.
Volvamos al afán de conseguir conocimiento oculto para sentirse poseedor de secretos que no todos los mortales tienen.
En nuestra conferencia completa de "La Clave: Maranata", cuento cómo el Nuevo Orden Mundial ha infiltrado el mundo evangélico/protestante. Una de las prácticas masónicas que se han introducido es justamente ese afán por adquirir revelaciones, nuevos paradigmas, etc.
La llamada Nueva Reforma Apostólica, ha introducido muchas falsas doctrinas que han distraído a la Iglesia de Cristo de la meta marcada por el Señor y ha llevado al pueblo a practicar el ocultismo.
Hoy día, los púlpitos están plagados de falsos ministros que se han erigido en "cobertura" sobre congregaciones enteras y que han impuesto su "autoridad" sobre el pueblo de Dios, alegando tener revelaciones y visiones que les hacen superiores; una casta especial a la cual debemos someternos sin dudar.
Sobre estos temas estoy desarrollando mis dos próximos libros. Pero quiero adelantar aquí unas pocas consideraciones:
- "Dios no hace acepción de personas." (Gálatas 2:6)
- La Biblia es el Pacto de Dios y está a disposición de cualquier persona que quiera relacionarse con Él. Las condiciones son las mismas para todas las personas del mundo y están expuestas desde el principio para todo el que las quiera leer.
- La condición para llegar a Dios es la misma para todos los seres humanos: Cristo.
- El que revela la Palabra a los hijos de Dios es el Espíritu Santo, quien es Dios, y tampoco hace acepción de Personas.
- Dios ofrece darnos a conocer lo que le queramos preguntar, sin acepción de personas: "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces." (Jeremías 33:3) Esas cosas "grandes y ocultas" muchas veces son hechos sobre un determinado tema que nos atañe y que desconocemos a la hora de tomar una decisión. Ej. 1 Samuel 23:8-14
No nos dejemos engañar por fábulas de falsos ministros que enseñan aquellas doctrinas de demonios sobre las que nos advirtió el Señor en Su Palabra: "Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios." (1 Timoteo 4:1)
Tristemente, hoy día muchos hermanos, antes sinceros en su fe y servicio al Señor, se han dejado seducir por ese veneno masónico y han caído en la trampa de pensar que son especiales sobre los demás hermanos, por creer que tienen un conocimiento o revelación mayor o superior que las masas de "menor rango" espiritual.
Sus corazones se han ido llenando de ese orgullo que da el conocimiento oculto y cuanto más avanzan en esa actitud, más se hunden en las arenas movedizas del tipo masónico, acabando en 2 Pedro 2.
Pablo nos da el antídoto para este veneno:
"Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno." (Romanos 12:3)
Somos todos hermanos – hijos de un mismo Padre – y solamente por Su gracia nos ha sido revelado Cristo, nuestro Redentor. Más allá de ello, todo lo que se nos permite hacer o saber, es por Su gracia y decisión soberana.
Por lo tanto, no nos creamos mejores que los demás. Jesús es el que hace el llamamiento y, de acuerdo a ello, reparte los talentos.
El Espíritu Santo luego nos da los dones para cumplir con nuestro llamamiento.
No seamos como los masones, sino como verdaderos hijos de Dios, cuya primera lección que debemos aprender del Maestro es: "aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón." (Mateo 11:29)
Resumen: La masonería se ha infiltrado en las filas del mundo evangélico y una de esas infiltraciones se traduce en alentar la idea de que somos superiores a los demás, porque supuestamente tenemos revelaciones nuevas que otros no tienen.
El antídoto para esa falsa enseñanza es lo que nos enseña La Biblia.
Fuente: http://www.discernir.info/babilonia/babilonia.php
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