Albatrus
Por Socialismo, nos referimos a las siguientes definiciones:
- Una teoría política que propugna que el Estado debe ser el dueño de la industria y el capital.
- Cualquier filosofía política que apoye la igualdad social y económica, el colectivismo y el control público del capital productivo y los recursos naturales, tal como proponen los socialistas.
- Las filosofías políticas socialistas, como un todo, incluido el Marxismo, el socialismo libertario, el socialismo democrático y la social democracia (Leninismo).
- Una estrategia en la que el Estado tiene el control de todas las industrias productoras de recursos de primera necesidad y gestiona la mayoría de los aspectos del mercado, en contraste con el capitalismo de laissez faire.
- Cualquier teoría política y económica que abogue por la propiedad colectiva o gubernamental y la administración de los medios de producción y distribución de los bienes.
- Un sistema de la sociedad o cualquier grupo en el que no exista la propiedad privada.
- Un sistema o condición de la sociedad en el que los medios de producción son propiedad del Estado y controlados por él.
- Una etapa de la sociedad en la teoría Marxista que corresponde a la transición entre el capitalismo y el comunismo y es caracterizada por la implementación imperfecta de principios colectivistas.
Hoy, somos testigos de un resurgir de la ideología socialista radical en el gobierno, incluyendo a los activistas radicales en los diferentes congresos, el poder judicial, los sindicatos, gremios de maestros, universidades y numerosas posiciones en el propio gobierno, incluida la Presidencia. Los argumentos del socialismo (ayudas sociales, atención médica universal y gratuita, regulación e impuestos a los negocios, ataques a “los ricos”, etc.) están resonando en toda América y Europa como nunca antes.
La mayoría de los cristianos no son
conscientes de que los argumentos del socialismo y los subsidios del
Estado son nada más y nada menos que la antigua visión pagana del Estado
forjado por las llamas del culto de adoración a Moloc, que terminaba
con sacrificios humanos y esclavitud a los deseos del gobernante. Peor
aún, muchos líderes cristianos llaman a apoyar el socialismo,
presentado bajo el disfraz de ciertas virtudes cristianas, como la ayuda
a los pobres y necesitados. Algunos líderes han trabajado duro
para encontrar apoyo bíblico en que el Estado le robe a unos y le dé a
otros. Los cristianos deben aprender a discernir ésta retórica
desviada y exponer a los lobos que se visten como ovejas y que
persuaden a los cristianos hacia el estatismo utilizando un lenguaje
cristiano y pasajes bíblicos.
Los cristianos deben confrontar a los
lobos, mientras responden al socialismo con argumentos bíblicos. Las
respuestas para el socialismo son: “El Rey no es Dios” y “No robarás”.
Si los cristianos no refutan de manera activa éstos principios de
gobierno, ley y economía, entonces nos acercaremos cada vez más a la
visión socialista de la sociedad. Tendremos más de Marx que de Moisés,
más de Trotsky que de Cristo.
Una crítica bíblica del socialismo
amplía las lecciones aprendidas en el Jardín del Edén. Satanás pregunta,
“¿Conque Dios os dijo…?” (Gén. 3:1). Eva ponderó la pregunta de
Satanás, reflexionó sobre los méritos de su punto de vista frente al
mandamiento de Dios. Al hacer eso, ella había perdido el debate. Ella se
constituyó como juez sobre la Palabra de Dios y, por lo tanto, sobre
Dios. Solamente por cuestionar la palabra de Dios al respecto, Satanás
sembró la semilla de la ruina humanista de la raza humana. Por unirse a
él en éste asunto, Eva aseguró dicha ruina.
La única vía para reparar esta ruina es a
través de la obediencia a Jesucristo. Éste camino requiere que nos
volvamos a la Palabra de Dios y reconstruyamos nuestras vidas, nuestras
familias, Iglesias, Estados y el orden social, basado en el modelo de
vida que Dios ha revelado. La elección entre Dios y el Socialismo es la
misma que entre Dios y Satanás. Una lleva al paraíso, la otra guía al
engaño y al infierno. Es Dios contra el Socialismo, puedes estar seguro
de eso.
Es interesante notar que dos de los
hombres más malvados del siglo pasado, los cuáles son considerados de
extrema derecha en el espectro político, fueron, de hecho, socialistas:
Adolf Hitler fue miembro del Partido
Obrero Alemán, cuyo nombre fue cambiado por el mismo Hitler, tiempo
después, con el fin de incluir el término Nacional Socialista. A pesar
de que el nombre completo era Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, o NSDAP),
era abreviado como Nazi. El notorio símbolo de su bandera, la
esvástica, fue deliberadamente movida 45 grados de manera horizontal y
siempre orientada en dirección a la S (la S giratoria en apoyo al
Socialismo). Los miembros del NSDAP se hicieron llamar a sí mismos
‘Socialistas’ y no ‘Nazis’, y aquella fuerza brutal e infame, la SS,
usaba las mismas iniciales que el Socialismo.
Benito Musolini fue un socialista. Él
fue el líder del Partido Socialista de Italia. Como muchos políticos
modernos, Musolini fue socialista y periodista. Ya durante la Primera
Guerra Mundial, Musolini era líder socialista y un escritor muy bien
conocido. Tomó prestado de manera profusa, mucho del simbolismo de los
Socialistas Americanos. Él fundó el partido “Fasci di Combattimento”
(Fascista Revolucionario) que, eventualmente, se convertiría en el
Partido Nacional Fascista, por lo tanto, daría forma al término
“Fascismo”. Es interesante notar que Musolini se consideró a si mismo
durante toda su vida, un Socialista.
La diferencia básica entre el Socialismo
y el Cristianismo es que el primero es optimista respecto a la
naturaleza humana. Sostiene que, a pesar de ser corrompidas por el
capitalismo explotador, las personas son inherentemente buenas. En su
estado natural, sin dicha corrupción, las personas cooperarán y
funcionarán voluntariamente con el objetivo de alcanzar el bien
común. Por el contrario, el cristianismo no puede estar de acuerdo con
la afirmación fundamental de que la naturaleza humana caída es
básicamente buena, ni con la creencia de que es prácticamente
perfectible por la ingeniería social. Los cristianos no ubicamos la
fuente del mal en la explotación económica, sino en el rechazo del
hombre a Dios. Insistimos en que la naturaleza caída del hombre es la
causa de la explotación económica y no al revés. Los cristianos tampoco
aceptamos como correcta la idea de que la centralidad del estudio
apropiado de la naturaleza del hombre debe estar enfocada en la
economía.
Muchos cristianos creemos que los
socialistas malinterpretan fundamentalmente la naturaleza humana. En su
estado caído la naturaleza de los seres humanos no necesariamente está
orientada a ayudar los demás ni a preocuparse por el bien común de la
sociedad. (Gén. 6:5).
Los cristianos también rechazamos
cualquier implicación de que la clase trabajadora es moralmente superior
a otros grupos. Muchos cristianos también afirmamos que la prescripción
socialista del desarrollo social, impide la iniciativa individual y,
por tanto, está condenada al fracaso.
Esencialmente, el cristianismo está
centrado en Dios (Teocéntrico). Mientras que el socialismo está centrado
en el hombre (Antropocéntico) y éstos no pueden reconciliarse. De
hecho, Cristiano Socialista es un nombre inapropiado ya que es algo que
no puede existir de manera coherente.
La diferencia más grande entre las
afirmaciones del socialista típico y la enseñanza cristiana es el fuerte
rechazo del concepto del alma, de la esfera de lo sobrenatural y de la
necesidad de la salvación humana enraizada en Dios. Los socialistas
asumen y declaran que toda la realidad es meramente material.
Éste concepto de negación de Dios y el
alma es un callejón peligroso para cualquier creyente y por ésta razón
un cristiano no puede ser un verdadero socialista, bajo ninguna
circunstancia.
El socialista tiene, además, el concepto
de Democracia (el pueblo se gobierna por sí mismo) acoplado con el
igualitarismo, los cuales no son principios divinos, porque en ellos,
Dios está fuera de la foto. Por el contrario, la realidad cristiana
consiste en que, en el Reino, todos están completamente sometidos a Dios
y a Su Santa voluntad, la cuál todos realizan voluntariamente y todos,
grandes y pequeños, son como Dios los ha creado. (Ap. 19:5).
El Cristianismo y el Socialismo explican
el mal en forma diferente, postulan diferentes soluciones a la
depravación humana y, en general, tienen diferentes prioridades e
ideales. En pocas palabras, ambos son diametralmente opuestos e
irreconciliables.
Ésto no quiere decir que el Capitalismo
extremo es aceptado en el Reino, porque éste principio es codicioso y
tiende a ser malvado al tener una actitud indiferente para con las
personas menos afortunadas, incluso al guardarse las cosas para si
mismos al punto de no dar lo que es justo: “Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: digno es el obrero de su salario”.
(Deut. 25:4; 1Ti 5:18). Sin embargo, Dios le permite a las personas el
poseer su propiedad privada, como lo certifica el décimo mandamiento: “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo“. (Éx. 20:17).
Por otro lado, el Socialismo tiene la
tendencia de apoyar a aquellas personas que no quieren trabajar, y ese
tampoco es un principio del Reino, según muestra la Escritura: “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma“. (2 Tes. 3:10).
El Socialismo no puede ser compatible
con el Cristianismo. Éste está, de hecho, en contradicción con las
enseñanzas del Cristianismo. El Socialismo está determinado para proveer
igualdad y ayuda social a través de la intervención del gobierno. La
idea es que el gobierno debe ocuparse de cada aspecto de la vida, desde
salarios justos hasta servicio médico para los pobres. El Cristianismo,
según la dirección de Jesús, enseña que depende de las personas, de
manera individual, el ocuparse de las necesidades de los demás (1 Tim.
5:8). Por ésto es que son incompatibles. El Socialismo predica la
responsabilidad del gobierno, por coacción y el Cristianismo predica la
responsabilidad individual, por amor.
En los primeros días del Cristianismo,
la vida comunal era evidente. La Escritura enseña que todos vivían en
armonía y tenían todas las cosas en común, en aquél entonces, aquellos
que tenían usaban su excedente para ocuparse de los necesitados, según
su necesidad. Ésto no significa que todos eran iguales, o que todos los
que tuviesen medios, debían partirlos en partes iguales con los que no
tenían (como señala el Socialismo), sino que ellos proveían para las
necesidades de aquellos que no podían sostenerse por sí mismos.
Pero
esto en ningún sentido quiere decir que ellos simplemente daban a los
pobres, sin requerir que ellos hicieran el intento de sostenerse a sí
mismos, en vez de eso, se esperaba de ellos que trabajasen y proveyesen
lo que pudieran para sí mismos, como se muestra en 2 Tes. 3:10.
El Socialismo es la antítesis del
Cristianismo. Éste espera que todos tomen lo que tienen y lo distribuyan
a aquellos que tienen menos, independientemente de su necesidad o sus
intenciones de cubrirlas por sí mismos, promoviendo la holgazanería y
premiando a aquellos que no quieren trabajar. Por otra parte ésta
redistribución forzada va en contra de las mismas enseñanzas de Cristo,
quien predicó acerca del compartir en amor y armonía.
Nuestra sociedad occidental ha perdido
su espíritu Cristiano, por ello somos como un barco sin timón y por lo
tanto somos atraídos por los socialistas que anuncian que la mayor forma
de bien en el mundo es el control ubicuo del gobierno democrático. De
ese modo, niegan a Dios y así violentan el propio fundamento de la
enseñanza Cristiana.
Reiterándolo de nuevo, el Socialismo y
el Cristianismo son irreconciliables. Uno está basado en la filosofía
ateísta encontrada en el Manifiesto Comunista; el otro está fundamentado en la deidad de Jesucristo y Su Palabra.
Aquellos que no creen que el Socialismo
está incluido en el Manifiesto Comunista, solo deben prestar atención a
aquél famoso comunista llamado Frederick Engels, quien declaró que el
Manifiesto Comunista “Es, sin duda, la obra más extendida, la
producción más internacional de toda la literatura socialista, la
plataforma común reconocida por millones de proletarios desde Siberia
hasta California”. Éste Manifiesto fue co-escrito por Engels, junto a Karl Marx.
Es imposible para un verdadero Cristiano
el ser socialista o para un verdadero socialista, ser Cristiano. Sin
embargo, los socialistas han torcido hábilmente las escrituras con el
fin de hacer que su filosofía materialista parezca Cristiana. Como Marx
explicó (de manera malinterpretada) en el Manifiesto Comunista: “Nada
es más sencillo que darle un tinte Socialista al ascetismo Cristiano.
¿No ha declamado el cristianismo contra la propiedad privada, contra el
matrimonio y contra el Estado? ¿No ha predicado, en su lugar, la caridad
y la pobreza, el celibato y la mortificación de la carne, la vida
monástica y la iglesia madre?”.
Por supuesto, aquí Marx se estaba
refiriendo a la Iglesia Católica, que ha hecho una simbiosis entre las
religiones paganas y el Cristianismo, por ejemplo, en cuanto al
matrimonio (1 Ti. 4:1-3) y, por lo tanto, no es el verdadero
cristianismo bíblico.
Socialismo significa control económico
de las personas por parte del gobierno. En un país Socialista, el Estado
es todopoderoso. Dicho Estado todopoderoso se ve a sí mismo y no a Dios
(el cuál es negado), como la ultima autoridad. No es sorprendente, por
lo tanto, que el Manifiesto Comunista llame a abolir a la familia, el
matrimonio, los países, la religión así como la propiedad privada. Bajo
el sistema Socialista, el Estado determina qué está bien y qué está mal,
sin ninguna lealtad respecto a Dios, la familia o el país¹. Hemos visto
ocurrir ésto en nuestros países durante los últimos 50 años y continúa.
Conclusión
El Socialismo cree en una sociedad secular que invalida la moralidad bíblica, el consejo bíblico, la sabiduría bíblica, en pocas palabras, anula a Cristo y a Dios.Los cristianos creemos que Cristo es vital para la vida y la felicidad. Creemos en la Palabra de Dios. Creemos que “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. (2 Tim. 3:16-17). El Socialismo rechazaría categóricamente ésta creencia como una necedad y como algo peligrosamente opuesto a su sociedad utópica (1 Cor. 2:14).Por lo tanto, concluimos con absoluta certeza que el Socialismo está diametralmente opuesto al Cristianismo y que no tiene parte en el Reino de Dios y de igual modo aquellos que se adhieren a este sistema impío.La regla social del Reino es: “… de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mat. 10:8). No por coerción. El hecho de la vida es que nada nos pertenece, sino que todas las cosas buenas son concedidas por Dios como Él quiere y a quien quiere y hemos de ser buenos administradores de lo que Él nos da mientras que estamos en esta tierra, sin alardear de nuestros logros insignificantes: “Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?” (1 Cor. 4:7).
Referencias:
¹ Buenos ejemplos de países socialistas,
en los que se vulneran y limitan las libertades individuales, los
valores naturales inherentes a la familia, el trabajo, la propiedad y se
violan constantemente los derechos fundamentales a la vida, la libertad
y la propiedad privada de los ciudadanos, convirtiéndolos en esclavos
al servicio del gobernante de turno, lo tenemos en Venezuela, Cuba y
Corea del Norte como ejemplos crudos de la realidad Socialista. Es
impensable, además, ver a un cristiano defender la ideología que causa
la muerte de sus hermanos desde hace más de un siglo, de las formas más
horribles e indecibles.
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