Emily T. Wierenga
He pasado toda mi vida tratando de tener éxito. Pensaba que eso era lo que se supone que hiciéramos. Es más, pensaba que el éxito era la marca de un cristiano bendecido.
Si Dios te ama, te bendice, dice la oración de Jabes y el versículo preferido de tantos, Jeremías 29:11. Su deseo es prosperarnos, no hacernos daño: darnos un futuro y una esperanza.
Basta con mirar a todas esas mega-iglesias, con sus santuarios de millones de dólares. Mira todos esos autores y conferencistas exitosos.
Pero entonces están los 21 egipcios, o los 30 etíopes, martirizados recientemente por su fe cristiana. Ahí están esos pastores fieles que no tienen las mega iglesias, que sufren angustia y problemas. Y ahí está mi propio viaje como un autora cristiana a través de la anorexia, el aborto involuntario y la ansiedad. Así hay un sinnúmero de otros creyentes, que hacen lo correcto, que dicen las oraciones correctas, que creen, y sin embargo conocen la angustia de Job.
En algún momento de mi vida, el cristianismo se había convertido en una varita mágica en lugar de una postura humilde.
Estas son algunas de las mentiras que a menudo creemos en la iglesia con respecto al éxito.
1. Mientras más grande, mejor.
No, de hecho, lo pequeño es bueno. Pequeño es la única manera de entrar en el reino de los cielos. Debemos ser como niños. Un niño está indefenso, es dependiente. Un niño no tiene “status” en el mundo actual. Él o ella no triunfan, sino que descansan. ““En verdad les digo que si no se convierten y se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos” (Mat. 18:3).
2. La bendición de Dios es tangible.
Bienaventurados los pobres, bienaventurados los mansos, bienaventurados los que lloran, bienaventurados los que tienen hambre y sed, bienaventurados los de limpio corazón. Estas bienaventuranzas no tienen nada que ver con las bendiciones físicas o materiales, y tienen todo que ver con la participación en la vida eterna ahora, mediante un conocimiento total de Cristo.
3. Ayúdate que Yo te ayudaré.
Cuando Dios nos dice que debemos ser como niños, no significa “sea como un niño emocionalmente pero asegúrese de que tiene un seguro de vida, una pensión y una despensa surtida”. No. Él quiere decir que busquemos primero el reino de los cielos y todas estas cosas, la comida, la ropa, el futuro les será añadido. Él quiere cuidar de nosotros mientras nos dedicamos a Él. Y esto probablemente significa lucir como tontos para el resto del mundo.
4. Eres lo que haces de ti mismo.
Hay mucha presión para levantar la voz, ser asertivos, para que te des a conocer, y que así tu nombre no se pierda en un mar de píxeles. Pero Jesús dice que los últimos serán los primeros. A pesar de ser Dios, se hizo nada, tomando la forma de siervo, y se hizo obediente hasta la muerte, incluso una muerte maldita de cruz (Fil. 2: 5-11). Él confió en Dios para glorificarlo, aun cuando debiera despojarse de su gloria. Estamos llamados a hacer lo mismo.
5. El sufrimiento es una señal de fracaso.
¿Cuándo nuestra cultura encontró el dolor como una aversión? Si empezamos a sentirnos incómodos, buscamos una píldora. Si luchamos con la depresión o desánimo, o si nos encontramos con un diagnóstico terrible, nos apresuramos a ir a terapia o al médico, en vez de ir primero al Padre y preguntarle qué quiere que aprendamos a través de este sufrimiento. Dios usa el sufrimiento para nuestro bien, aunque termine en la muerte. Llevamos dentro de nosotros la muerte de Cristo, y nunca vamos a conocer el poder de la resurrección de Cristo si no entramos primero en el sufrimiento.
6. Si se siente bien, hazlo.
Somos buenos orando por respuestas, pero no esperando por ellas. Creemos que si hemos orado por algo, ya ha sido escuchado y bendecido. Pero a menudo Dios nos pide que esperemos por Su tiempo, y esta espera duele. Es tan difícil ser paciente cuando queremos las cosas para ahora mismo. El mundo, y el evangelio de la prosperidad, nos enseñan a aprovechar las oportunidades y perseguir nuestros sueños. Pero la Biblia dice: “Pon tu delicia en el SEÑOR, Y El te dará las peticiones de tu corazón” (Sal. 37:4). Hazte moldeable por el Señor, sométete a Él, y Él te dará las peticiones de tu corazón. ¿Por qué? Porque Sus deseos se han convertido en tus deseos, no a la inversa.
7. Cree en ti mismo y todo es posible.
Por el contrario, somos como polvo. Apartados de Jesús, no somos nada (Juan 15:5). En efecto, Dios “Sino que Dios ha escogido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo para avergonzar a lo que es fuerte. También Dios ha escogido lo vil y despreciado del mundo: lo que no es, para anular lo que es, para que nadie se jacte a delante de Dios ” (1 Cor. 1:27-29).
8. Solo confía en lo que se puede ver.
Nuestra fe depende de lo invisible. El verdadero valor y el verdadero éxito no se pueden medir, no se pueden atestiguar o comprender hasta que lleguemos a los cielos. Fíjate en Hebreos 11. Considere a esos cristianos del pasado que “habiendo obtenido aprobación (testimonio) por su fe, no recibieron la promesa, porque Dios había provisto algo mejor para nosotros, a fin de que ellos no fueran hechos perfectos sin nosotros” (Heb. 11:39-40).
Ellos nunca recibieron lo que se les prometió, y sin embargo creyeron hasta el final, porque ellos sabían que la vida no se trataba finalmente de ellos. Ellos sabían que no eran más que un hilo en un hermoso tapiz de fe que Dios estaba tejiendo a través de su pueblo. Muchos de nosotros hemos perdido este sentido colectivo de la historia, tratando de dejar una marca independiente. Pero, ¿qué pasaría si entregáramos nuestras vidas unos por otros, por la historia más grande, por el evangelio?
Pasé toda mi infancia pensando que el todo de la vida era convertirse en un adulto. Ahora estoy invirtiendo mi vida adulta tratando de ser como un niño. Porque ahí es donde está la perla (Mat. 13:45-46).
9. El tiempo es dinero.
Servimos al todopoderoso dinero. Nos sentimos ofendidos si nos pagan menos de lo que pensamos que merecemos, en secreto despreciamos a los pobres, ofreciéndoles nuestros "sobras" y nuestra "piedad". Jesús nos manda no servir a Dios y al dinero. Les dijo a sus discípulos que no llevaran nada con ellos en su viaje, pues "aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Así que no tengan miedo. Ustedes valen más que muchos pajarillos."(Mat. 10: 30-31) y nos advierte contra todo tipo de codicia. "La vida del hombre no consiste en la abundancia de sus bienes." (Lucas 12:14)
10. Cuantos más sean, mejor.
Jesús tenía 12 discípulos. Y en la cruz, solo tuvo uno. Él dijo a propósito cosas difíciles sabiendo que la multitud lo dejaría. Él deliberadamente trató de hacer que resultara difícil seguirlo, para probar la autenticidad de quienes lo seguían. Vivimos en un mundo adicto a los números, pero la verdad es que Dios nos ve individualmente. Él ve lo que nadie más ve. Él no quiere una gran masa de gente que lo siga por seguir, quiere devoción, culto y un corazón lleno de El. Y que no sean engañados por palabras vacías de hombre.
Fuente original: http://www.emilywierenga.com/10-lies-christians-believe-success/
Fuente: https://www.thegospelcoalition.org/coalicion/article/8-mentiras-que-los-cristianos-creen-sobre-el-exito1
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