Charles Spurgeon
Somos Puritanos
Tenemos grandes razones para bendecir a Dios por las ricas misericordias que hemos disfrutado como iglesia y como pueblo durante muchos años, en la unidad de la hermandad, el celo de los obreros, el número de conversiones, el éxito de todos nuestros emprendimientos, y el crecimiento de todo el cuerpo.
Está en mi corazón decir unas palabras acerca de otro tema: un tema que presiona fuertemente mi corazón. Os ruego, por las misericordias de Dios y por el amor de Cristo Jesús vuestro Señor, que como miembros de esta iglesia no hagáis nada que pueda contristar al Espíritu de Dios y hacer que se aleje de entre nosotros.
Recuerda cómo Israel sufrió una derrota por causa de Acán. Un solo hombre, y una sola familia, habían quebrantado la regla divina, pero eso bastó para alborotar todo el campamento. Acán había tomado de la cosa maldita y la había escondido en su tienda, así que todo Israel tuvo que sufrir una derrota. Las iglesias también sufrirán si el pecado se normaliza entre ellas y se les permite dejar de reprender. En este momento, muchas iglesias están sufriendo gravemente por el pecado de sus propios miembros: por el pecado en sus filas.
Al mirar hacia afuera, estoy acongojado y tengo una gran pesadumbre de espíritu por lo que veo entre los cristianos profesantes. Un asunto que es muy serio concerniente al entretenimiento de los cristianos profesantes. Veo que algunos que se llaman a sí mismos cristianos han declarado públicamente que es bueno que los cristianos asistan al teatro, a fin de que el tono y el carácter de las obras puedan ser renovadas (cristiananizadas). La sugerencia es tan razonable como si se nos pidiera que vertiéramos una botella de agua de lavanda en la alcantarilla principal para mejorar su aroma.
“¡No toques…!”
Si la iglesia ahora se supone que debe cambiar la tonalidad del mundo imitándolo, las cosas han cambiado extrañamente desde el día en que nuestro Señor dijo: “Salid de en medio de ellos… y no toquéis lo inmundo”. ¿Deberá el Cielo descender al lago infernal para cambiar su tonalidad? Desde hace ya muchos años, la condición moral del teatro es muy mala para que sea restaurada. E incluso si se llegará a arreglar, pronto volvería a corromperse. Pasen junto a él con la vista apartada, porque la casa de la mujer extraña está allí.
No me ha tocado nunca entrar en un teatro durante la presentación de una obra, pero he podido ver lo suficiente cuando regresaba a casa de los jornadas nocturnas, al pasar al frente de los teatros, como para hacerme implorar que nuestros hijos no se acerquen nunca a sus puertas. Debe ser una curiosa escuela de virtudes para atraer a la ramera y al libertino. No es un Lugar para un Cristiano si lo aprecian mayormente los irreligiosos y mundanos.
Un paso hacia la degeneración:
Si los miembros de nuestra iglesia cayesen en el hábito de frecuentar el teatro, pronto les haremos ir mucho más lejos en dirección a los vicios, y perderán todo el gusto por los caminos de Dios. Si el teatro se extendiera entre los cristianos profesantes, sería la ruina de la piedad. Sin embargo, uno encuentra que el gusto por tales cosas se incrementa por doquier.
Ya no podemos ni siquiera entrar en lugares que antes estaban dedicados a la ciencia y al arte sin encontrarnos en presencia de algo así como una representación teatral. Tales artilugios, aunque en sí mismos sean bastante inofensivos, han contribuido a fomentar el gusto que conduce en última instancia al teatro y su entorno.
¿Quién puede suponer que las diversiones rodeadas por seducciones viciosas sean una recreación adecuada para una mente pura? ¿Quién podría acercarse a Dios después de sentarse a admirar las actuaciones de los libertinos (y me dicen que algunos de los que han deslumbrado a la sociedad londinense son así)?
Cuando el comportamiento es cada día más laxo y licencioso, ¿deben los creyentes rebajar los estándares de su vida? Si lo hacen, su poder espiritual se desvanecerá, y su razón de ser habrá acabado. Si alguna vez podría haber un momento en que los cristianos pudieran relajar su rigidez, seguro que no es ahora cuando el mismo aire está contaminado, y cuando nuestras calles resuenan con los gritos de los vendedores de periódicos vendiendo periódicos sucios.
Es profundamente triste escuchar cómo la gente habla de actos de pecado hoy en día; cómo los hombres y mujeres jóvenes, sin sonrojarse, hablan de actos que depravan y destruyen, como si se tratara de trivialidades, o de temas para bromear. Es una pena que los objetivos de la ley exijan la publicación de detalles inapropiados. En cuanto a los que no solamente cometen lascivia, sino que se complacen en los que la cometen: “Oh alma mía, no entres en su secreto” (Gns. 49;6). Mi corazón clama a menudo: ¡Quién me diera alas como de paloma! Volaría y hallaría reposo.” (Salm. 55;6).
Ciertamente será desastroso para la iglesia de Dios que sus miembros se vuelvan impuros. En estos días debemos ser doblemente estrictos, para que no entre en medio de nosotros ninguna conducta suelta. Hay que reprimir el pecado concreto con una mano fuerte, pero también hay que abstenerse de toda especie de mal.
Mis queridos hermanos y hermanas, independientemente de vuestras deficiencias, sed puros de corazón, de labios y de vida. Nunca permitas una imaginacion perversa, ni hables de cosas que son inmundas. Que no sean nombradas ni una sola vez entre vosotros, como conviene a los santos. Una mirada lasciva, una palabra sospechosa, un acto cuestionable deben ser evitados vigorosamente. Todo cuanto raye en lo incasto debe ser rechazado.
Sólo los puros de corazón verán a Dios. Todos estamos sujetos a las pasiones humanas, y nuestra miserable carne se deja fascinar con demasiada facilidad por quienes complacen sus indulgencias. En segundos el alma puede ser conducida al cautiverio. Velad en la oración, especialmente en estos días malos. Clamad: “No nos dejes caer en la tentación”, y si la oración es sincera, tú mismo te mantendrás lejos de los lugares sospechosos. Haced un pacto con vuestros ojos de que no miraréis lo que contamina, e impedid que vuestros oídos oigan al respecto. Vigila tus labios para que no propaguen la corrupción cuando hables acerca del pecado. No tengo miedo de que te metas directamente en un pecado grave, sino que des un paso muy pequeño en el camino que conduce a él. Entonces sólo será cuestión de tiempo.
Seducido…
Agustín cuenta la historia de un joven amigo suyo que tenía el mayor horror por todo aquello relacionado con el anfiteatro romano. Un amigo pagano trató de persuadirlo de que entrara al Coliseo, y como estaba muy presionado y tenía un compromiso con ese amigo, accedió a ir una sola vez, pero decidió mantener sus oídos y sus ojos cerrados todo el tiempo. Parecería ser un riesgo muy pequeño sentarse allí como uno que era ciego y sordo, pero en medio de los juegos la gente aplaudía tan fuerte a cierto gladiador que les había complacido que abrió los ojos y los oídos para descubrir de qué se trataba todo eso. A partir de ese momento quedó encantado; miró y disfrutó de la vista, y aunque antes no podía soportar que se le mencionara, llegó por fin a ser un asiduo frecuentador de los crueles deportes y un defensor de los mismos, y al cabo de poco tiempo renunció a su profesión como Cristiano.
Guardaos de la levadura del placer mundano, porque su operación es silenciosa pero certera, y un poco de ella leudará toda la masa. Mantenga esta distinción entre cristiano e incrédulo y clarifíquela cada día.
¿Has oído hablar del ministro que se quejó al diablo por huir con uno de los miembros de su iglesia? El demonio respondió: “Lo encontré en mi propiedad, y por eso lo reclamé”. Yo también puedo decir: ” ¡Detente!” al archiengañador, pero no servirá de nada si te encuentra en su territorio. Cada cazador reclama el ave que encuentra en su propia red. Este es el argumento: “Lo atrapé en mi red, y por eso es mío.” En vano intentaremos disputar este derecho de propiedad con el archienemigo, pues “la posesión es el noveno punto de la ley.” 1
Demasiado rígido?:
Absteneos de toda especie de mal. “Pero no debemos ser demasiado rígidos”, dice alguien. No hay temor de que eso suceda en estos días. Tú nunca irás demasiado lejos en la santidad, ni te asemejarás demasiado a tu Señor Jesús. Si alguien le reprocha que es demasiado estricto y preciso, no se entristezca, sino trate de merecer el cargo. No puedo suponer que en el último gran día nuestro Señor Jesucristo le diga a alguien: “No eras lo bastante mundano. Estabas muy celoso de tu conducta y no te adaptaste lo suficiente al mundo”. No, hermanos míos, tal error es imposible. El que dijo: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”, ha puesto delante de vosotros una norma más allá de la cual no podréis pasaros.
“Bueno, pero -dirá alguien-, ¿no vamos a divertirnos?” Mi querido amigo, los placeres que están preparados para los cristianos son muchos y abundantes, pero ellos nunca incluirán el pecado y la insensatez. ¿Llamas al vicio y a la locura diversión?
Cuando desciendo al campo, observo a los granjeros llevando grandes baldes de desperdicios para los cerdos, y nunca les envidio su delicada comida. No protesto en contra de que tengan un abrevadero lleno el doble. Pero, ¿participo con ellos? Desde luego que no! No me apetece eso. ¿Me niego a mí mismo? Por supuesto que no! Jamás me pareció que hubiera algo deseable en su rica mistura. No me cabe duda de que tiene un sabor exquisito para las criaturas para las que está preparado. Ciertamente parece ser muy apreciado.
Si los mundanos se deleitan con los placeres del mundo y el pecado, que los disfruten, pobres almas. No tienen nada más que disfrutar. No tienen un paraíso para el eterno futuro. No tienen a un Cristo o un Salvador en quien puedan apoyar sus cabezas. Que ellos tengan lo que los hace felices mientras puedan serlo. Pero cuando hablo con los hijos de Dios adopto otro tono, pues para vosotros estas cosas no tienen encanto si realmente habéis saboreado los grandes manjares de la comunión con Dios.
“Pero,” dirás, “Me gustaría muchísimo disfrutar un poco de los placeres del pecado.” Júzguense a ustedes mismos, entonces, por ser falsamente llamados hijos de Dios. “El que es nacido de Dios no peca,” lo cual no significa que no caiga en pecado por debilidad, sino que no es su deseo o su plan o su placer el cometer pecado. No es su camino, porque es una nueva criatura, y él encuentra su alegría y su placer en vivir lo más cerca posible de Dios.
“¿Hasta dónde puede uno llegar de conformidad al mundo?” Es una pregunta que se hace con frecuencia. ¿Nunca has oído la historia de una dama que quería un chofer? Dos o tres la visitaron por el puesto y, en respuesta a sus preguntas, el primer solicitante le dijo: “Sí, señora, no podría tener un mejor chofer que yo”. Ella le contestó: “¿Qué tan cerca crees que podrías estar del peligro sin que ocurra un accidente?” “Señora, podría ir a un metro de él, y sin embargo usted estaría perfectamente a salvo.” “Muy bien”, dijo ella, ” tú no me servirás.”
Cuidado o confianza?:
El segundo aspirante había oído la pregunta por la que el otro había sido rechazado y, por lo tanto, ya estaba preparado para responder: “¡Peligro! Señora, yo podría conducir a la distancia de un cabello y, no obstante, estar perfectamente a salvo”. “Entonces no me servirás en absoluto.” Cuando llegó el número tres, le pregunto: “¿Eres buen conductor?” “Bueno,” contestó, “Soy cuidadoso y nunca he tenido un accidente.” “¿Pero qué tan cerca crees que podrías conducir del peligro?” “Señora”, dijo, “eso es algo que nunca he intentado; siempre conduzco tan lejos del peligro como puedo.” La señora respondió inmediatamente: “Eres el tipo de chófer que quiero, estás contratado”.
Consigue un chofer como ese para que guíe tu corazón y conduzca tu propio carácter. No veas cuán cerca puedes ir del pecado, sino cuán lejos puedes mantenerte de él. Si no sigues este consejo, y si el Espíritu de Dios no produce en ti tal pureza de vida, la iglesia tendrán que levantar sus manos por ti y decir: “¿Quién lo hubiera pensado? Estos eran los jóvenes agradables de los que se esperaba tanto; eran los que solían decir, “No debes ser demasiado estricto”, y ¿dónde están ahora?” Para evitar lo peor, manténgase lejos de lo malo.
En cuanto a la obra de vuestro Señor, estad ligados al altar de Cristo y unidos para siempre a Él, y estoy seguro de que no encontraréis que sois unos perdedores al renunciar a los placeres mundanos. Los caminos del Señor son caminos agradables, y todas sus sendas son paz. (Prov. 3;17) Hay un placer seguro y dulce en la vida santa, y el placer radica en gran medida en el hecho de que de él brota una paz abundante. Que Dios nos conceda la gracia de mantenernos en estos caminos pacíficos, aunque otros nos llamen puritanos y ridiculicen nuestro santo temor al pecado.
(Espada y Llana)
Edición 1995 No. 2
El Tabernáculo Metropolitano
Elephant & Castle, Londres SE1 6SD
Editor: Dr. Peter Masters
Fuente: http://www.middletownbiblechurch.org/christia/spurgeon.htm
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