Evangelio Primitivo
El matrimonio y la familia los instituyó Dios mismo. Son la base fundamental de la organización social que nuestro Señor quería para la humanidad. En las Sagradas Escrituras, quedó plasmada suficiente información sobre su significado, su finalidad, su funcionamiento, su papel social, eclesial y espiritual.
Tomemos algunos versículos que dan fe de ello:
Génesis 2:18, “Y el
SEÑOR Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda
idónea”.
Mateo 19:5-6, “el hombre dejará padre y madre, y se unirá
a su mujer, y los dos serán una sola carne. Así que no son ya más dos, sino una
sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre".
Efesios 5:25-28, "Maridos, amad a vuestras mujeres, así
como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Así también los
maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su
mujer, a sí mismo se ama".
1 Pedro 3:7, "Vosotros, maridos, igualmente, vivid
con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como
coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan
estorbo".
Efesios 5:22-24, "Las casadas estén sujetas a sus
propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así
como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.
Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén
a sus maridos en todo".
Colosenses 3:19, "Maridos, amad a vuestras mujeres, y no
seáis ásperos con ellas".
Hebreos 13:4, "Honroso sea en todos el matrimonio, y el
lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará
Dios".
Éxodo 20:14, 17, "No cometerás adulterio", y
"No codiciarás la mujer de tu prójimo".
Mateo 5:32, "Pero yo os digo que el que repudia a
su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que
se casa con la repudiada, comete adulterio".
Romanos 7:2, "Porque la mujer casada está sujeta
por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda
libre de la ley del marido".
II Corintios 6:14, "No os unáis en yugo desigual con los
incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y
qué comunión la luz con las tinieblas?.
Proverbios 5:18-19, "Sea bendito tu manantial, y alégrate
con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias
te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre".
Sin embargo La Biblia
no se ocupó de reglamentar la ceremonia matrimonial como tal, ni siquiera de
describirla.
Se sabe por escritos hebreos antiguos distintos de La Biblia, que datan de la época mosaica, e inclusive antes de ella, que en ese entonces el compromiso lo adquirían los padres de los cónyuges y después de un año, la novia era entregada por sus padres en la casa del novio y se hacía una gran fiesta que incluía la entrega de las dotes correspondientes con asistencia de ambas familias.
No se hacían votos ni se intercambiaban argollas. Durante el proceso cada familia proporcionaba uno o o dos “agentes” que velaba por que las promesas hechas por las partes se cumplieran a cabalidad. Estas personas, a quienes podríamos llamar garantes, testigos, se hacían presentes en los actos de compromiso y luego en la fiesta o boda.
No había un rito ni ceremonia religiosa.
Todo acontecía sin la presencia de un sacerdote. En los tiempos más antiguos porque Dios aún no había instituido la función del sacerdocio. Esta costumbre se mantuvo por siglos, aun en el tiempo en el que ya existían los sacerdotes del templo (levitas), los cuales no intervenían para dar bendición alguna, ni como garantes del casamiento. La unión de la pareja en estos términos, tenía el aval de Dios (capítulo 16 del libro de Ezequiel), y el de Jesús con su asistencia a las bodas de Caná (juan capítulo 2).
Los llamados “agentes” en la antigüedad hebrea, arriba descritos, son el equivalente al notario de hoy. Lo que nos lleva a concluir con total certeza, que más validez tiene, ante los ojos de Dios, un matrimonio realizado en una notaría, que en una iglesia.
Consecuente con lo anterior, el hecho de la no presencia sacerdotal en el rito matrimonial de la época Bíblica, no le quitaba a la unión marital la condición de ser un pacto a los ojos de Dios.
La expresión “la mujer de tu juventud” se encuentra varias veces en la Biblia, para referirse a la primera mujer en la vida de un hombre y a la que las sagradas escrituras considera la mujer con el cual el hombre hizo pacto de matrimonio. Veamos algunos ejemplos:
Proverbios 2:17
“la cual deja
al compañero de su juventud, y olvida el pacto de su Dios”;
Proverbios 5:18,19
“Sea bendita
tu fuente, y regocíjate con la mujer de tu juventud”,…
Isaías 54:6
“Porque como
a mujer abandonada y afligida de espíritu, te ha llamado el SEÑOR, y como a
esposa de la juventud que es repudiada --dice tu Dios”.
Malaquías 2:14
“Y vosotros
decís: ``¿Por qué? Porque el SEÑOR ha sido testigo entre tú y la mujer de tu
juventud, contra la cual has obrado deslealmente, aunque ella es tu compañera y
la mujer de tu pacto”.
Por lo tanto aquel que tiene la fortuna de conservar la mujer de su juventud, que se cuide de formalizar su relación de pareja ante un notario, si acaso convive en unión libre, y así su matrimonio será agradable a los ojos de Dios.
El matrimonio no es sacramento para la iglesia cristiana
protestante, y su antecedente a cargo del estado se remonta a 1791, durante la
revolución francesa, cuando se realizó el primer matrimonio civil. El sacramento
matrimonial, no es bíblico y es herencia pagana de los romanos, introducido
inicialmente por los católicos y copiado por muchas organizaciones religiosas,
como por ejemplo las iglesias ortodoxa griega, y anglicana inglesa.
Sin embargo hoy día
es común ver en las iglesias cristianas
protestantes, ceremonias nupciales, con todo el rito y la pompa de una
celebrada por católicos.
Y la “tradición” de realizarlas está haciéndole sentir y creer a muchos
que es
obligatorio hacerlo ante el pastor después de casarse ante el notario.
Otro factor
negativo que la ceremonia matrimonial constituye para las iglesias
protestantes,
es que sus pastores y/o líderes incurran en procedimientos heréticos o
anti-Bíblicos durante una ceremonia de tipo matrimonial, como la
bendición de argollas, o manifestaciones
del pastor de declararlos marido y mujer, por ejemplo. No debería tener
el
ritual que la asimila a la de los católicos, con suntuosos trajes,
invitados, pajecitos,
padrinos, fotógrafos, invitados, marcha nupcial, etc.
En este sentido, cualquier acto en la congregación relacionado con el matrimonio, debe tener el mismo carácter
que tiene la presentación de un niño recién nacido en el culto dominical, que consiste en el deseo de los padres de que el
pastor y sus hermanos eclesiales oren por la vida y el futuro de su bebe. En el
caso de una pareja de recién casados ante notario, estos pueden presentarse en el culto, ante el pastor
y sus hermanos en Cristo, para recibir de ellos oraciones, pidiéndole a Dios
por su unión, sin ritos, y sin celebraciones.
Pero con el matrimonio sucede lo mismo que con el sacramento
de la primera comunión. Los cristianos protestantes, que en su mayoría, fueron
católicos en su pasado, han abandonado con tristeza, y en muchos casos a la
fuerza, celebrarles a sus hijos la primera comunión, que a ellos en su infancia
le celebraron. Sin embargo con el matrimonio han encontrado espacio en sus
iglesias para realizarlo y así no privarse de una tradición de siglos muy
arraigada en nuestras sociedades.
De ninguna manera, eso sí, puede una iglesia protestante exigir la
ceremonia matrimonial cristiana como requisito eclesial para no estar en pecado
o para ser miembro de la congregación, por ejemplo.
En esencia, lo que Dios ordena en su palabra, es la fidelidad
al pacto hecho ante él con la primera mujer con la que se convivió (la mujer de
tu juventud), (Mateo 19:6 “Así que no son ya más dos, sino una sola
carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”).
La exigencia que hacen las sagradas escrituras, y que debe ser motivo de celo por parte del pastor con sus creyentes, es la de que el hombre preserve el pacto que hizo con la mujer de su juventud no falte a él y lo haya avalado civilmente.
Es importante anotar que en la antigüedad, la virginidad de la mujer era el factor que señalaba a la mujer de la juventud en la vida de hombre. La unión carnal ocurría posterior a la fiesta de matrimonio. Y se daba entre personas vírgenes. En el hombre no era requisito indispensable. En la mujer sí. Cuando la unión de cuerpos sucedía antes de que hubiese un compromiso, este quedaba pactado de hecho y la ceremonia matrimonial se anticipaba realizándose con el aval de los testigos colocados por cada uno de los padres de los contrayentes.
Para los cristianos actualmente, sigue siendo así. Sin embargo un gran número de ellos se convierte al cristianismo después de haber convivido con más de una persona y haber tenido hijos por lo menos con una de ellas. O sea, se hacen cristianos cuando ya no hay virginidad, y cuando la mujer actual ya no es “la mujer de su juventud”.
La exigencia que hacen las sagradas escrituras, y que debe ser motivo de celo por parte del pastor con sus creyentes, es la de que el hombre preserve el pacto que hizo con la mujer de su juventud no falte a él y lo haya avalado civilmente.
Es importante anotar que en la antigüedad, la virginidad de la mujer era el factor que señalaba a la mujer de la juventud en la vida de hombre. La unión carnal ocurría posterior a la fiesta de matrimonio. Y se daba entre personas vírgenes. En el hombre no era requisito indispensable. En la mujer sí. Cuando la unión de cuerpos sucedía antes de que hubiese un compromiso, este quedaba pactado de hecho y la ceremonia matrimonial se anticipaba realizándose con el aval de los testigos colocados por cada uno de los padres de los contrayentes.
Para los cristianos actualmente, sigue siendo así. Sin embargo un gran número de ellos se convierte al cristianismo después de haber convivido con más de una persona y haber tenido hijos por lo menos con una de ellas. O sea, se hacen cristianos cuando ya no hay virginidad, y cuando la mujer actual ya no es “la mujer de su juventud”.
Equivocadamente, los creyentes que aplican en estos casos, creen enmendar su pecado realizando una ceremonia matrimonial cristiana y así oficializar la relación que tienen al momento de la conversión y lo más grave, con el aval de los pastores de muchas iglesias.
Tristemente vemos en las Iglesias como los pastores de acuerdo a su necesidad y los mismos creyentes de acuerdo a su caso personal, le dan su propia interpretación a conveniencia al tema Bíblico del matrimonio, generando divorcios y re-casamientos que van en contra de las sagradas escrituras.
Pablo dijo:
en 1 Corintios 7: 20 “Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede”,
refiriéndose al estado marital en el que se encontraba una persona al momento de su conversión al cristianismo y cuando no hay forma de reparar una relación anterior.
En tal sentido lo más apropiado es el matrimonio civil ante notario.
Fuente: http://evangelioprimitivo.blogspot.com.ar/search/label/la-mujer-de-tu-juventud
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