e Mana
1 Pedro
2:2 Desead, como niños recién nacidos, la leche de la palabra dada sin engaño, para que por ella crezcáis para salvación, (VR)
2:2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, (VRV)
Por una parte, ya fuimos salvos; por otra, aún necesitamos crecer para salvación. Esto significa que hay una salvación a la cual no hemos llegado todavía. En otras palabras, nos falta experimentar cierta salvación, y puesto que aún no la hemos experimentado, necesitamos crecer hasta alcanzarla. Necesitamos seguir creciendo hasta alcanzar la plena salvación, hasta llegar a ella.
Pese a que ya fuimos salvos, seguimos sufriendo. ¿Por qué tenemos que sufrir si ya hemos sido salvos? Es posible que los demás nos hagan sufrir, o que incluso nosotros mismos seamos la causa de nuestros propios sufrimientos. Por ejemplo, ¿no sufre usted después de que se enoja? Cada vez que se enoja, ¿acaso se pone contento? Algunos incluso oran pidiendo que el Señor los salve de su mal genio. Probablemente hayan dicho: “Oh Señor, sálvame de mi mal genio. No quiero volverme a enojar. Señor, Tú eres Emanuel, Dios con nosotros. Tú también eres Jesús, quien libra a Su pueblo de sus pecados. Confieso que es un pecado que yo me enoje. Señor, Tú eres mi Salvador. Tú puedes librarme de este pecado”. Sin embargo, es probable que el Señor, en lugar de salvarlo de su mal genio, permita que usted se enoje aun más.
Por una parte, la vida cristiana es una vida de disfrute; por otro, creo que todos estamos de acuerdo en que también es una vida de sufrimientos. ¿No experimenta usted sufrimientos en su vida como cristiano? ¿Hay algún cristiano que pueda decir que no experimenta ningún sufrimiento? A veces nosotros hemos testificado que, como cristianos, tenemos una buena vida matrimonial y una vida familiar feliz. Sí, esto es cierto, y es parte de nuestro testimonio. Hay momentos en que el esposo, la esposa y los hijos alabarán al Señor con alegría. Pero también tenemos que reconocer que a veces nuestra vida familiar no es así en absoluto, porque hay momentos en que el esposo y su esposa discuten, y los hijos se muestran muy descontentos. Esto indica que necesitamos al Salvador y que necesitamos crecer para salvación. El Señor no nos salva de nuestro mal genio; más bien, lo que nos salva del enojo es el crecimiento que redunda en salvación.
Fuente: http://steward.emanna.com/todaysemanna-sp.cfm?readingdate=02/10/2015
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