Centro Rey
(Gálatas 5:1) “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”
Cuando la fe se sustenta en la obra
Es cierto que la fe sin obras que la demuestren, es una fe estéril (Sto. 2:20), pero ¿es que la fe en Cristo ha de estar sustentada en nuestro obrar diario? No. De otra manera nosotros seríamos los artífices meritorios de dicha fe, lo cual es blasfemo.
Veámoslo de cerca:
(Ro. 12:12) “…constantes en la oración”.
La Biblia enfáticamente nos exhorta a ser personas de oración, nadie cuestiona eso; pero ¿no será importante que esa oración siempre esté dentro del contexto de la gracia y dirección divinas? Absolutamente.
Siempre deberemos orar con fe y por fe, creyendo que ese acto de rogativas, peticiones, intercesión o llana comunicación con Dios sea auspiciado y dirigido por el Espíritu de Dios en el marco de la libertad del Espíritu. Esa es la motivación correcta, pero lamentablemente, muchos cristianos no obran de ese modo siempre.
Muchos si un día no oran, o no leen la Biblia, o no hacen esto o aquello que es parte del culto conforme a la fe, se sienten culpables y muy mal consigo mismos ante Dios.
Su fe se sustenta en lo que hacen, y si eso no lo hacen conforme a lo que entienden debe ser, entonces creen que han pecado.
El problema no es que no han orado ese día, sino que al no hacerlo, consideran que su fe queda afectada.
Si nuestro cristianismo tiene que estar basado en nuestra obra, entonces ese cristianismo es carnal, no es de Dios, es nuestro; es religiosidad.
Por ello, es que podemos en cierto punto ser hipócritas como aquellos fariseos del tiempo de Jesús, ya que pretendemos agradar a Dios en nuestras fuerzas.
El ejemplo del activista cristiano frenado en seco
Otro ejemplo lo tenemos en aquellos cristianos que se sienten muy espirituales y muy cerca de Dios, porque cada día oran, leen 20 capítulos de la Biblia, realizan obra social, evangelizan a cada persona que se encuentran por la calle, y súmele a todo esto mucho más. Haciendo así, ellos asumen que sus vidas están totalmente consagradas a Cristo.
Todos ellos, en su fuero interno, han llegado a creer que por toda su obra, están más cerca de Dios que aquellos otros cristianos que no son tan aparentemente activos.
Pero un día, uno de esos activistas cristianos, cae irremisiblemente enfermo en cama, de la cual no se puede levantar, por meses, por años, por siempre… ¿qué pasó de repente con todo su cristianismo basado en la obra?
Estas situaciones ocurren, y creo que son situaciones que Dios permite para enseñar a sus hijos que no le van a agradar más, por más que hagan, sino que lo que hagan deberá estar basado en Su gracia, según la guía del Espíritu Santo.
Las motivaciones pueden variar, pero hay una que es común denominador: el pretender agradar a Dios pero según el esfuerzo de la carne.
Seamos honestos
Si somos suficientemente honestos, admitiremos que gran parte de nuestro diario comportamiento cristiano está impregnado hasta cierto punto de ese esfuerzo carnal.
Cada vez que nos disponemos a comer, no lo hacemos si no damos antes las gracias (y no digo que no haya que hacerlo)
Cada vez que nos acostamos, no podemos dormir, si no hacemos una oración (y no digo que no haya que hacerlo)
Cada vez que vamos a la iglesia, pero es en gran medida por tradición, por costumbrismo, porque “hay que ir”, y no se va con fe, sino por inercia carnal. Etc. etc.
Todo lo que no proviene de fe, es pecado
(Ro. 14:23) “…todo lo que no proviene de fe, es pecado”
¡Qué paradójico es que pretendiendo vivir agradando a Dios, se esté pecando, y todo porque ese vivir no sea proveniente de fe, sino de un costumbrismo humano! (hasta el punto que eso sea así)
Todo se resume en esa pequeña porción escritural que hemos visto. Todo lo que hagamos cada día de nuestras vidas, por pequeño que sea, deberá ser hecho conforme a fe, lo cual implica gracia de Dios, que lleva al creyente a la confianza y a la libertad de Cristo.
Jamás será esto una excusa para el libertinaje, como está escrito:
“como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios” (1 Pedro 2:16)
El que realmente es de Cristo, sabe vivir en esa libertad sin abusar de ella:
"porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad" (2 Co. 3:17)
Fuente: http://www.centrorey.org/pastoral/pas_86.html
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Paul Washer
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