Ministerios Vida Eterna
La carta a los Romanos ha sido
llamada la constitución del Cristiano. Es aquí donde Pablo expresa con mayor
claridad como todos los hombres están bajo el juicio divino por su pecado (cap.
3); no hay ni uno solo bueno. También nos habla de la manera en que nosotros
como creyentes somos justificados ante Dios por medio de la fe en Cristo (cap.
3 y 4). Nos habla de los beneficios de la justificación (cap. 5) y la unión con
Cristo por medio de la fe (cap. 6).
En el capitulo siete nos habla de la lucha entre la carne y
el espíritu que tienen aquellos que reciben a Cristo. Nos sigue hablando de la
victoria del cristiano en el presente y en el futuro, de la victoria en el
mundo aunque el sufrimiento y la muerte nos alcancen en esta vida (cap.
8).
El capitulo nueve nos habla de la elección incondicional para
salvación, tema muy controvertido pero verdaderamente importante para nuestra
firmeza en la fe. El capitulo 10 nos habla de la salvación y la importancia
suprema de la fe en Cristo enfatizando la importancia de la elección soberana
para la salvación de los hombres. El capitulo 11 nos habla de la participación
de los gentiles y los judíos del mismo árbol de olivo y las bendiciones que
ello conlleva. De los capítulos 12 al 16 nos habla de aplicaciones prácticas en
la vida cristiana.
En este breve estudio vamos a considerar el capitulo nueve de Romanos. Veremos como Pablo desarrolla, fundamenta y aplica su doctrina de una elección incondicional para salvación. Haremos el estudio progresivamente, comenzando desde el primer verso hasta el último para poder ver la manera en que Pablo nos presenta su teología de elección.
En este breve estudio vamos a considerar el capitulo nueve de Romanos. Veremos como Pablo desarrolla, fundamenta y aplica su doctrina de una elección incondicional para salvación. Haremos el estudio progresivamente, comenzando desde el primer verso hasta el último para poder ver la manera en que Pablo nos presenta su teología de elección.
El problema de Israel
Qué significa Romanos 9? Dejemos que sea el contexto del pasaje el
que determine el significado. Pablo comienza expresando un gran dolor en su ser
acerca de su pueblo, los Israelitas según la carne (1-3).
Romanos
9:1-3 Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da
testimonio en el Espíritu Santo, 2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en
mi corazón. 3 Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor
a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne.
¿Qué significan esas palabras? Hay dos formas de verlo:
A. Declara su deseo de que todos los Israelitas fuesen salvados
hasta el punto de ser el mismo rechazado para que ellos lo fueran.
B. Declara hasta que punto ama los de su nación. Ama tanto a su
pueblo israelita, del cual está separado por ser seguidor de Cristo, ya que
ellos, en su mayoría no creen en Cristo que Pablo dice que desearía no ser
cristiano para poder ser aceptado por su pueblo y que pudiesen compartir juntos
lo que ellos comparten entre sí: la adopción, la ley, el culto, las promesas,
los patriarcas, etc.
Consideramos que la opción B se ajusta más al contexto. Sin
embargo, sabiendo que el cumplimiento de la profecía, los pactos y la verdadera
unión a los patriarcas es por medio de la fe en Cristo (Gal. 3:7) y por lo
tanto pertenece a aquellos que son cristianos, surge una interrogante: ¿Significa esto que las promesas de Dios
han fallado? (vs.
6a) Pablo reconoce que las cosas no son como el hombre quisiera sino como Dios
mismo lo ha dispuesto. En respuesta a la pregunta retórica sobre el fallo de la
palabra de Dios Pablo ofrece una respuesta problemática y difícil de
comprender: Pablo deja claro que el ser Israelita no es por descendencia carnal
pues “no todos los que descienden de Israel son Israelitas.” (vs. 6b) Las
promesas en realidad no fueron hechas a “todos” los Israelitas sino a “algunos”
Israelitas. Esa es, sin embargo, una respuesta enigmática que necesita explicación.
¿Qué es eso de que no todos son Israelitas? La respuesta de Pablo va más allá
aun: “ni por ser
descendientes de Abraham, son todos hijos suyos” (vs.7a). Ahora sí hay un problema
serio. Los israelitas se consideraban así mismos legítimos Israelitas y los
verdaderos hijos de Abraham (Juan 8:38). Pablo, como Cristo anteriormente lo
hizo, elimina por completo esa idea. La respuesta es que los hijos de Abraham y
los verdaderos Israelitas no lo son por descendencia carnal sino que “sino que son contados como descendencia
los hijos según la promesa” (vs.
8b) es decir, esto es por elección divina.
Ejemplos de Elección Divina
Otra vez, esto crea problemas en la mente del judío y por eso
necesita una explicación. Pablo pasa a demostrar que siempre ha sido así y les
trae ejemplos históricos donde se demuestra que Dios fue soberano en escoger a
quienes son según la promesa en el pasado y aun en el presente cuando los
judíos todavía estaban rechazando a Cristo. Dos ejemplos históricos son
presentados por Pablo para demostrar la elección soberana de Dios:
-Isaac (el menor y menos indicado) elegido e Ismael es rechazado
(vs. 7b, 9-10)
-Jacob (el menor y menos indicado) elegido y Esaú rechazado (vs.
13)
El lector podría llegar a concluir que Dios había basado su
elección en su pre-conocimiento de lo que cada uno iba a hacer, se podría
llegar a pensar que la diferencia estaba en el hombre. Después de todo Esaú
probó ser ingrato e infiel en su vida despreciando su primogenitura
(Heb.12:16.) Sin embargo, Pablo aclara rápidamente que no es así y dice:
No habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal (para que
el propósito de Dios conforme a la elección permaneciera, no por las obras sino
por el que llama) (vs.
11)
Si la diferencia no está en los hombres, ¿en quién está? Pablo, de
nuevo va más allá con su explicación trayendo otro ejemplo: “cuando Dios le dijo a Rebeca: "El
mayor servirá al menor". Como está escrito: "A Jacob amé, mas a Esaú
aborrecí".” (vs.
13)
De nuevo vemos que hay un problema y es grande. ¿Significa que
Dios odia a unos y ama a otros sin razón ni motivo alguno en el hombre?
¿Significa que es Dios quien determina desde el principio el destino final de
cada uno? Eso mismo es lo que Pablo está diciendo. Si usted entendió bien lo
que el Apóstol quiso decir, entenderá que Dios escoge (ama) a unos y rechaza
(odia) a otros de antemano y sin que nada que los hombres vayan a hacer, sea
bueno o sea malo, juegue algún papel en el asunto. Si usted entendió otra cosa,
no ha comprendido a Pablo correctamente.
Siendo que lo que Pablo dice no es fácil de tragar, Pablo continúa
escribiendo. El reconoce que eso que ha escrito, a los ojos de los hombres, no
es justo. Cualquiera que entienda bien lo que el apóstol dice podría
rápidamente protestar diciendo “¡Dios es injusto!”.
Objeciones contestadas
Pablo reconociendo el peso y la dificultad que sus palabras
presentan para el lector hace ciertas preguntas retóricas como respuestas a
esas objeciones que el anticipa serán levantadas. La primera serie de preguntas: ¿Qué, pues, diremos? ¿Qué hay injusticia
en Dios? (vs.14a) La
respuesta de Pablo es “¡De
ninguna manera!” (vs.
14b) y sigue con una explicación que en realidad no satisface al lector y él lo
sabe, pero su respuesta es bíblica. Pablo dice:
Pues a Moisés dice: "Tendré misericordia del que yo tenga misericordia y me
compadeceré del que yo me compadezca". Así que no depende del que quiere,
ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. (vs. 15-16)
Recordemos que Pablo está dando una explicación a su declaración o
tésis presentada al comienzo de este capítulo cuando dijo lo siguiente ante la
realidad de que muchos Israelitas no creen en Cristo para ser salvados:
No que la palabra de Dios haya fallado, porque no todos los que
descienden de Israel son israelitas, 7 ni por ser descendientes de Abraham, son
todos hijos suyos… Esto es: no son hijos de Dios los hijos según la carne, sino
que son contados como descendencia los hijos según la promesa (vs. 6-8)
La respuesta de Pablo en los versos 15 y 16 no nos ayuda si
todavía seguimos pensando que Dios no puede escoger a quien Él quiera ni tener
misericordia de quien él decida sin contar con el permiso de los hombres. Pablo
una vez más resalta lo dicho anteriormente cuando dijo “antes que nacieran… no habían hecho ni
bien ni mal para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciera” (vs. 11a). Ahora escribe “no depende del que quiere ni del que
corre” (vs. 16a).
Estas palabras apuntan a dos áreas importantes del ser humano, “querer” tiene
que ver con la voluntad, la disposición del corazón o el deseo del alma. Pablo
dice que en la elección de Dios, la voluntad (albedrío) del hombre nada tiene
ver para recibir o dejar de recibir misericordia de Dios. También dice que “no depende del que corre”. El “correr” tiene que ver con las
acciones, las obras o los méritos alcanzados. Estos tampoco tienen nada que ver
como condición a la elección divina. Este pasaje descarta tanto “la fe” como
“las obras” como condiciones previas a la elección. La fe misma es una
expresión de la voluntad del hombre; tanto la fe como las obras son productos
del querer o el deseo del corazón del hombre (comp. Juan 5:38 y 40.)
Para fortalecer su caso, Pablo sigue trayendo ejemplos de la
soberanía de Dios sobre los hombres. No solamente escogió a Isaac sobre Ismael
y a Jacob sobre Esaú, sino que también hizo lo que quiso con Faraón
levantándolo para mostrar su gloria por medio de él:
porque la Escritura dice al faraón: "Para esto mismo te he
levantado, para mostrar en ti mi poder y para que mi nombre sea anunciado por
toda la tierra". (v. 17)
Si recordamos el relato de cuando Dios envía a Moisés al Faraón
para que deje ir al pueblo, Dios le dice por lo menos en cuatro ocasiones que
él (Dios mismo) endurecería el corazón de Faraón para que no deje ir al pueblo
(Ex. 4:21; 7:3; 14:4; 14:17). Así que si Faraón endureció su corazón fue porque
Dios mismo lo endureció. Con eso en mente, Pablo sella su discurso diciendo: “De manera que de quien quiere, tiene
misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.” (Ro. 9:18).
El Apóstol percibe que sus palabras no son fáciles de aceptar y
procede a dar respuestas a preguntas retóricas que el anticipa han de ser
levantadas como objeción a su doctrina:
Romanos 9:19-22 Pero me dirás: "¿Por
qué, pues, inculpa? ¿Quién ha resistido a su voluntad?"20 Pero tú, hombre,
¿quién eres, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo
formó: "Por qué me has hecho así"?21 ¿Acaso no tiene potestad el alfarero
sobre el barro para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para
deshonra?
La primera pregunta cuestiona el carácter de Dios. ¿Por qué
inculpa? ¿Por qué culpa Dios a alguien de no hacer lo que El manda si El mismo
lo ha endurecido para que no lo haga? En la mente de todo hombre eso no tiene
sentido. Pablo lo sabe. La segunda pregunta reconoce el poder de los decretos
divinos. Si Dios ha establecido que algo es de cierta forma, ¿Quién lo puede
cambiar? La voluntad de Dios aquí no es la voluntad preceptiva que puede ser
violada por los hombres sino la voluntad decretada, la cual es inquebrantable.
Cuando Dios decreta algo, eso ha de pasar tal y como ha sido decretado. Si Dios
ha decretado el endurecimiento de alguien, ese se ha de endurecer pero si ha
decretado lo contrario, así también ha de ser. Nadie puede resistir su
voluntad. Eso es exactamente lo que Pablo está diciendo y lo que estas
preguntas declaran. Sin embargo, el apóstol no explica ni niega tales
conclusiones. Pablo simplemente contesta las preguntas con otras preguntas:
En otras palabras, ¿y qué? ¡Dios es soberano y punto! El hombre no
es quien para altercar con Dios sobre su manera de hacer las cosas. (vs. 22)
Aplicación de su Doctrina
Muchos teólogos afirman que este pasaje no tiene nada que ver con
elección individual para salvación de algunos y no de otros. Ellos afirman que
se trata solamente de una elección nacional de un pueblo sobre otro. Es decir,
para ellos, este pasaje trata sobre como Dios escogió al hijo de Isaac y no los
descendientes de Ismael así como al pueblo de Israel (los hijos de Jacob) y no
a los Edomitas (los hijos de Esaú) para ser el pueblo de donde vendría el
Mesías. Esa conclusión puede ser cierta en este pasaje. Podemos ver claramente
que en la historia, fue el pueblo de Israel el que Dios usó y guardó para
mantener el linaje del que vendría el Mesías. Pero ¿es eso todo lo que Pablo
está diciendo? Si Pablo dejara su escrito hasta el verso 22 probablemente
pudieramos concluir que solo se trata de eso y nada más, pero no es así. Pablo
sigue escribiendo y llevando sus ejemplos a una conclusión final.
De ser esto
solamente un problema de naciones y nada más, que Dios simplemente estaba
escogiendo gente para su servicio en ciertas áreas y no es asunto de salvación
o perdición eternas, las preguntas y objeciones que Pablo levanta, aunque
válidas hasta cierto punto, en realidad no tuvieran la misma fuerza y quizás
fuesen hasta innecesarias. Sin embargo, la aplicación que hace Pablo de sus
ejemplos nos lleva mucho más allá de una elección nacional o para el servicio.
Vemos que la razón por la que Pablo trae estos ejemplos es para poner el
fundamento bíblico a su doctrina de la salvación eterna de los hombres por
causa de la elección incondicional conforme a los planes y propósitos de Dios.
Otra vez, recordemos que Pablo está explicando su tésis del principio que tiene
que ver con la salvación individual de los Israelitas que no creen el
evangelio:
6 No que la palabra de Dios haya fallado, porque no todos los que
descienden de Israel son israelitas, 7 ni por ser descendientes de Abraham, son
todos hijos suyos… Esto es: no son hijos de Dios los hijos según la carne, sino
que son contados como descendencia los hijos según la promesa (vs. 6-8)
Ya Pablo ha dejado claro que la incredulidad del pueblo de Israel
se debe a que no todos los Israelitas son hijos según la promesa. Por eso no
creen en Cristo. El ha dado ejemplos claros y conocidos de la Escritura para
demostrar que Dios escoge a quien quiere escoger sin condiciones humanas de
ningún tipo (Isaac y Jacob). Además demuestra que el no solamente levanta los
escogidos para Sus propósitos y para que reciban Sus promesas sino que también
levanta los impíos para glorificarse en y sobre ellos (Faraón). En resumen, no
depende de los hombres, “no depende del que quiere ni del que corre sino de
Dios” y“Dios tiene
misericordia de quien Él quiere tener misericordia y se compadece de quien se
quiere compadecer.”
¿Vasos de Ira y vasos de Misericordia?
¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar
su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira
preparados para destrucción? (vs. 22)
Este verso nos lleva más cerca al pensamiento de Pablo en cuanto
al porqué del tema principal y el objetivo de su escrito. ¿Por qué unos se
salvan y otros no? Pablo explica que hay vasos de ira preparados para
destrucción los cuales Dios ha levantado y soportado con paciencia hasta que
llegue el momento para mostrar su ira y su poder sobre ellos. Seguidamente el
Apóstol dice que también hay vasos de misericordia los cuales el mismo Dios ha
preparado de antemano para gloria:
Él, para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró
para con los vasos de misericordia que había preparado de antemano para gloria.
24 A estos también ha llamado, es decir, a nosotros, no solo de los judíos,
sino también de los gentiles.
El contexto nos habla de “ira” y “destrucción” para algunos y
también nos habla de “misericordia” y “gloria” para otros. Obviamente esto es
mucho más que un llamado al servicio ministerial o un llamado nacional. Pablo
dice que los vasos para gloria y misericordia son aquellos a quienes Dios está
llamando a la fe por medio del evangelio y el arrepentimiento tanto de entre
los judíos como de entre los gentiles. Esto es lo mismo que dijo a los
Corintios:
1 Co 1:23-24 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado,
piedra de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles; 24 mas para
los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de
Dios.
Es decir, hay escogidos para gloria (vasos de misericordia) entre
los judíos y hay escogidos para gloria entre los gentiles. Estos vasos de
misericordias son llamados por medio de la predicación de la cruz. Nótese que
tanto en Romanos como en Corintios Pablo nos da a entender que no todos son
llamados a la fe sino solamente los vasos de misericordia. Por tanto, el
llamado en vista no es el llamado externo del predicador sino el interno del
Espíritu que solo Dios puede hacer y que siempre resulta en la salvación de los
escogidos.
Pablo nos recuerda las palabras proféticas del Antiguo Testamento
cuando el profeta Oseas habla de un pueblo que no es pueblo el cual será
llamado pueblo de Dios. Esto, según Pablo es una referencia a los vasos de
misericordia entre los gentiles, escogidos para gloria (25-26). También nos
recuerda las palabras de Isaías cuando dice que aunque el número de los
israelitas fuese como la arena de la mar, solamente un remanente, un grupo
pequeño en comparación sería salvado.
En el verso 30 y 32 Pablo, a manera de conclusión, hace otro par
de preguntas:
30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la
justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; 31
mientras Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó.32 ¿Por qué?
Porque iban tras ella no por fe, sino dependiendo de las obras de la Ley, de
modo que tropezaron en la piedra de tropiezo.
Pablo nos muestra la soberanía de Dios al salvar los gentiles.
Ellos no iban buscando justicia y la hallaron porque Dios los llamó, mientras
que Israel (según la carne) iba tras la justicia y no la alcanzó. Pablo indica
también porque no lo alcanzó: Porque no iban por fe sino por las obras de la
Ley y por eso no pudieron recibir a Cristo y por eso tropezaron en el.
Ahora, sabemos que no todos los Israelitas rechazaron al Mesías,
un remanente sí lo aceptó y no tropezó (vs. 33). Recordamos una vez más que el
evangelio de la cruz es “tropezadero” para los judíos pero no para los judíos
que son llamados (1 Cor. 1:23-24).
Eso entonces nos indica que "Dios que tiene misericordia de quien quiere". Tanto los gentiles como los judíos son
salvados por la misericordia incondicional de Dios.
Es más que servicio o elección de naciones; es la salvación o la
perdición eterna de los hombres individuales lo que está en vista en este
capítulo.
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