Miguel Rosell
“Estableciendo el reino” es una de las máximas que más se están escuchando desde hace relativamente no demasiados años a esta parte.
Por “establecer el reino” quieren decir los pseudo maestros dominionistas, que los cristianos debemos ir tomando posicionamientos de poder en este mundo “en el nombre de Cristo”, consecuentemente “cristianizarlo”, y avanzar en esa dirección para que así el Señor Jesús pueda volver, ya que muchos de ellos creen que no volverá el Señor, hasta que este mundo esté lo suficientemente preparado para Él. Esto último constituye una terrible blasfemia, ya que supedita la obra soberana de Dios, cual es el retorno de Su Hijo, a la presunta obra y mérito de los hombres.
Este entendimiento, netamente postmilenial del “Reino Ahora” (Kingdom Now), se opone frontalmente a la revelación bíblica, y entra en clara contradicción con ella. Fíjense: Los dominionistas (y muchos lo son aunque no lo sepan), está convencidos de que este mundo se rendirá a los pies de Cristo por la acción de la Iglesia, comandada por los tremendos nuevos “apóstoles” y “profetas” (a muchos les encanta llevar esos títulos).
Pero, una vez supuestamente el mundo estuviera rendido a los pies de Cristo, ¿dónde queda el prometido juicio de Dios? ¿Es acaso Dios mentiroso, o no lo son más bien todos esos falsos maestros del “próspero dominionismo”? Y digo todo esto, porque la Biblia nos asegura que Dios va a juzgar con terrible severidad a este mundo, tal y como lo hizo con aquel mundo antiguo antediluviano, como lo hizo con Sodoma y Gomorra, o con los amorreos, y luego más tarde con los asirios, etc. etc.
La voluntad de Dios a la postre, es dar gloria a sus hijos, y destruir a los impíos.
El juicio viene, no el “avivamiento y la reforma mundiales”. Hermanos, no se dejen engañar por estos falsos profetas de hoy, como lo fueron aquellos del tiempo de Jeremías, al cual odiaban, por cierto.
Los cristianos no hemos sido convocados a establecer el reino visible de Dios en este mundo que va a ser destruido por fuego en su momento (2 Pr. 3: 12). Hemos sido convocados a llevar la palabra del Evangelio a toda criatura, pero no a cambiar al hombre. Sólo el Evangelio puede cambiar al hombre, pero sólo al que cree, y eso es don de Dios (Ef. 2:8).
¿Establecer el reino de Dios?, pongámonos de acuerdo con el Espíritu Santo para que Él lo siga haciendo en nuestras vidas, en todos aquellos que somos de Cristo, porque más allá de esto ya no está en nuestras manos.
“Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5: 19)
Fuente: http://www.centrorey.org/apologetica/apg_41.html
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