BCB
Cuando un libro es muy publicitado y aceptado por el mundo secular, deberíamos preguntarnos ¿que está mal en ese libro?, es natural para el mundo en tinieblas rechazar la luz, así que cuando el mundo recibe y acepta un libro “cristiano” debe haber algo malo en él, nosotros deberíamos ser como los Bereanos y cultivar ese espíritu de comparar todo lo que oímos y leemos con las Escrituras para ver si lo que enseñan es verdad, deberíamos tener más discernimiento. Alguien me preguntó si valía la pena leer este libro y honestamente pienso que hay muchos libros buenos acerca de la oración que podríamos leer en vez de este.
Cuando escuche por primera vez acerca de La Oración de Jabes, me pareció que era algún tipo de evangelio de la prosperidad. Muchos líderes de estudios bíblicos de nuestra Iglesia me pidieron que evaluara el libro. Este es el resultado de ese estudio.
Primero, pienso que hay algunas cosas positivas en este libro. Me gusta el hecho que motive el interés de la gente en la oración. Muchos que han leído el libro afirman que ha revitalizado su vida de oración. También aprecio el énfasis que Bruce Wilkinson, el autor, hace acerca de la necesidad de depender de Dios. Me gusta como Wilkinson subraya el hecho que cuando oramos a Dios para que nos bendiga, reconocemos que la verdadera bendición es algo que solamente proviene de Dios. Jabes es alguien a quien debemos imitar. El valoró la bendición de Dios y las escrituras nos dicen que fue llamado “más honorable que sus hermanos”, y gracias al libro de Wilkinson, Jabes ahora es más que solo una pregunta difícil de conocimiento Bíblico.
Todo lo que la escritura nos dice sobre Jabes, lo encontramos en 1 de Crónicas 4:9-10, en medio de una de esas largas tablas de genealogía. Es un maravilloso pasaje de las escrituras y un gran ejemplo de oración, pero es una total exageración sugerir como lo hace Bruce Wilkinson que en este pasaje esta algún tipo de clave secreta que desencadena todas las bendiciones que Dios tiene guardadas para los creyentes. Interpretar la oración de Jabes como una fórmula mágica que debe ser recitada palabra por palabra es malinterpretar totalmente el propósito del pasaje.
En el prefacio del libro, Bruce Wilkinson escribe:
Querido Lector, “Quiero enseñarle cómo hacer una oración audaz que Dios siempre responde. Es breve – solo una frase con cuatro partes – y aunque está escondida en la Biblia, creo que contiene la clave para una vida de extraordinario favor con Dios.” Wilkinson nos cuenta como fue introducido a esta oración, cuando estudiaba en el Seminario Teológico de Dallas, cuando el capellán del seminario Dr. Richard Seume, retó a los estudiantes a buscar hacer más por Dios. “¿Quieres una visión mayor para tu vida?, Decídete a ser una persona detallista para Dios”.
Una persona detallista, según explicó el doctor Seume, es alguien que siempre hace un poco más de lo que se le pide o de lo que se espera de él. Por ejemplo, en el negocio de muebles, el detallista da los toques finales a la mercancía, pues con toda paciencia y buen gusto aplica los adornos adicionales que son un sello de calidad y valor.
Wilkinson dice que estando en casa oró, “Señor, creo que quiero ser un detallista para ti”. “Pero,” escribe, “estaba confundido. ¿Que hizo exactamente Jabes para sobresalir?, ¿Por qué contestó Dios su oración?. Wilkinson dice, “Tomé la Biblia y leí el versículo 10, la oración de Jabes. Algo en esta súplica explicaría el misterio. Tenía que ser. Alcancé una silla hasta el mostrador amarillo, me incliné sobre la Biblia y leí esa oración una y otra vez, Indagué y escudriñé con todo mi corazón por el futuro que Dios tenía para alguien tan común como yo”. "La mañana siguiente hice la oración de Jabes, palabra por palabra. Y la próxima, Y la siguiente. Después de treinta años, no me he detenido. Si usted me pregunta qué palabras – aparte de la oración de salvación – han revolucionado mi vida y mi ministerio al máximo, le diría que el claro de ese “detallista” que se llamaba Jabes”. Y Wilkinson sigue por el resto del libro animando a sus lectores a hacer la oración de Jabes como él lo hizo – palabra por palabra – diariamente.
Sin entrar en un detalle exhaustivo sobre todas las cosas grandes y pequeñas que creo deberían criticarse en este libro, déjeme colocar los problemas mayores en tres categorías. Primero Bruce
1.- UN CONCEPTO EQUIVOCADO DE LA ORACIÓN
Mucho de lo que Bruce Wilkinson dice sobre la oración son consejos muy pobres, e incluso algunos están totalmente opuestos a lo que Jesús enseño sobre la oración.
Jesús enseño que el énfasis de la oración debía estar en la fe en Dios, pero en el libro “La Oración de Jabes”, el énfasis está totalmente en lo que nosotros deseamos.
Wilkinson escribe, Hace poco, fui a Dallas a enseñar sobre la bendición de Jabes a una audiencia de nueve mil personas. Después de almorzar, un hombre me dijo: - Bruce, le oí predicar el mensaje de Jabes hace quince años y desde entonces no he dejado de hacer esa oración. El cambio fue tan radical que simplemente no he podido dejar de decirla.
Otro amigo, sentado al otro lado de la mesa, se mostró de acuerdo. El dijo que ha estado orando la pequeña oración de Jabes por diez años con resultados semejantes. El hombre que estaba a su lado, un cardio-cirujano, de Indianapolis, mencionó que desde hacía cinco años la estaba repitiendo.
Así que les dije: - Amigos, he hecho la oración de Jabes más de la mitad de mi vida! Note que él NO está hablando de orar como Jabes lo hizo. El no está sugiriendo que incorporemos peticiones similares en nuestra propia oración. El está hablando de recitar las palabras de 1a. De Crónicas 4:10 como si fuesen una fórmula mágica.
El impulsa un programa de seis pasos en treinta días para ayudarnos a recitar las palabra de está oración como un habito. Estos son los dos primeros pasos de su plan de seis:
1.- Ore la oración de Jabes todas las mañanas y mantenga un registro de su súplica diaria mediante un calendario o un cuadro que haga especialmente con este propósito.
2. – Escriba la oración y péguela en su Biblia, en su agenda, en el espejo del baño o en alguna otra parte que recuerde su nueva visión. Esta es una visión de la oración desastrosa y deficiente. Cuando los discípulos vinieron a Jesús y le pidieron, “Señor, enséñanos a orar”, El nos los dirigió a 1a Crónicas 4:10 y les sugirió que la recitaran diariamente. El les dio un modelo de oración; no se suponía que se convirtiera en una fórmula para que la recitáramos.
A través del libro “La Oración de Jabes”, Bruce Wilkinson continuamente sugiere que la única razón por la que no somos bendecidos por Dios, es porque nosotros no pedimos su bendición. En un lugar cita Santiago 4:2, “No recibís, porque no pedís”. Pero en ninguna parte del libro, nunca hace el balance de esa verdad, la cual Santiago nos da inmediatamente en el verso 3: “Pedís y no recibís porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” Cuando oramos, estamos supuestos a pedir que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra, no que nuestra voluntad se imponga en el cielo.
Segundo, el libro “La Oración de Jabes” pareciera estar basado en:
“Allí, en la caja blanca del Señor Pérez, están todas las bendiciones que Dios quiso darle mientras estaba en la tierra... pero nunca las pidió” Y aquí vemos una tercer categoría de enseñanza equivocada de este libro: El libro completo está basado en:
3 – UN CONCEPTO EQUIVOCADO DE PROVIDENCIA
Wilkinson escribe: “Me imagino a Jabes ante una puerta maciza, enorme, en un muro tan alto como el firmamento. Bajo el peso abrumador de su pasado y la monotonía de su presente, solo ve delante de sí la imposibilidad; un futuro taciturno y sin esperanza. Sin embargo, levanta las manos al cielo y clama: “Padre, oh Padre!, Por favor, bendíceme! Y lo que realmente quiero decir es... que me bendigas, pero en abundancia!” Con la última palabra comienza la transformación. Oye un golpe tremendo. Luego algo como un gemido. Después un rechinar a medida que la formidable puerta oscila para apartarse de él en un arco muy amplio. Y allí, extendiéndose hasta el horizonte, hay campos de bendición. Y Jabes avanza un paso a una vida completamente nueva. (pp.22-23).
La vida cristiana no es así. Siempre que oiga que alguien le ofrece alguna fórmula que está diseñada para lanzarlo inmediatamente a un plano más alto de Cristiandad, le están ofreciendo un engaño, una mentira, un fraude.
Siempre que alguien le diga que Dios trabaja únicamente por milagros, donde el curso natural de las cosas es sobrenaturalmente interrumpido por algún tipo de intervención divina, usted está escuchando a alguien que no entiende o no aprecia la soberanía de Dios obrando en providencia.
Cuando Dios obra a través de una manifestación sobrenatural que interrumpe el curso natural de las cosas como por ejemplo, la multiplicación física y visible de cuatro panes y dos peces para alimentar a cinco mil personas, caminar sobre el agua, que el sol se detenga en el cielo, etc., estos son milagros. Cuando Dios obra a través de circunstancias normales de la vida en nuestro favor, eso es la providencia.
Y este es una de los más flagrantes errores en este libro, Bruce Wilkinson al parecer piensa que a menos que Dios intervenga milagrosamente en nuestras vidas, El no está obrando en absoluto. El autor ve la mano de Dios solamente en milagros, y nunca en actos diarios de providencia.
En las páginas 15-16, Wilkinson escribe “¿Cuándo fue la última vez que Dios obró a través de usted, en tal forma que supo, sin duda alguna, que fue Él quien lo hizo? En efecto, ¿cuándo fue la última vez que vio suceder milagros en forma regular en su vida?.
Si Dios tiene que hacer milagros para que usted sepa sin la menor sombra de duda que El está obrando, usted tiene una fe muy deficiente. Milagros por definición, en la actualidad, no ocurren en forma regular en la vida de nadie.
Dios normalmente obra a través de providencia. Dios está trabajando aún cuando su poder no se despliega en milagros. Todas las cosas obran para bien para aquellos que aman a Dios.
No creo que Wilkinson entienda la soberanía de Dios y la naturaleza caída de la humanidad, si algo es claro en este libro es esto: Wilkinson no entiende la Soberanía de Dios, en la página 77 Wilkinson escribe esto: No quiero llegar al cielo y escuchar a Dios decirme, “Examinemos tu vida, Bruce. Déjame mostrarte lo que quise para ti y que traté repetidamente de hacer por medio de ti… pero no me lo permitiste”, que desastre dice Wilkinson, pero el verdadero desastre es lo que Wilkinson enseña sobre la doctrina de la soberanía divina, una y otra vez Wilkinson enseña que el poder de Dios está limitado por lo que el hombre hace, de hecho , en la teología de Wilkinson el poder de Dios debe ser movido o desatado por las decisiones del hombre, es más su poder debe ser “desatado” por nuestras palabras, o alguna acción de nuestra parte. Esta es una visión de un Dios totalmente impotente y denigra la Soberanía de Dios tal y como se revela en las Escrituras. Nos pone a nosotros al mando con las palabras que decimos y ata las manos de Dios para darnos o negarnos la bendición, y nos muestra un Dios que se lamenta en el cielo de lo que quería darnos, pero no lo dejamos. Todo lo opuesto a lo que la Biblia enseña.
Y si usted cree que cuando lleguemos al cielo vamos a escuchar a Dios lamentándose de todo lo que Él quería hacer, pero no lo dejamos, entonces usted tiene una visión defectuosa de Dios. El Dios de las escrituras declara que: “Su consejo permanecerá, y hará todo lo que quiere” (Is.46:10).
No solamente la idea de Wilkinson acerca de Dios es muy pequeña, su confianza en la humanidad caída y pecaminosa es muy grande. Nosotros no podemos limitar a Dios, no podemos impedir que cumpla su propósito.
En la página 44 dice: “Si usted da pasos pequeños, no necesita a Dios” y nos impulsa a dar pasos arriesgados de gigante, en los que se verá forzado a confiar en Dios y no confiar en la carne, pero en el proceso demuestra que el mismo tiene mucha confianza en la carne, que contrario es esto a las palabras de Jesús en Juan 15:5 “separados de mi nada podéis hacer”. Esto de tomar pasos arriesgados para confiar en Dios para mí, es el pecado de tentar a Dios, debemos confiar en Dios en todo. Wilkinson no deja lugar para que Dios trabaje en nosotros a través de sabiduría o discernimiento.
Hay mucho más que podríamos decir de este libro, pero para concluir debo decir que no es un buen libro, de hecho es bastante malo, y no le recomendaría a nadie que lo lea, tampoco creo que sea bueno para darlo a sus amigos no creyentes o vecinos, y si Usted quiere revolucionar su vida de oración podría recomendarle algunos libros buenos sobre oración como los libros de E.M. Bounds como “Poder a través de la oración”, “lo esencial de la Oración, “El predicador y la oración”, etc. y por supuesto el libro de John MacArthur “A solas con Dios” que habla de la oración del Señor y algunos principios del Nuevo Testamento en oración.
Nunca vea sus oraciones como encantamientos de buena suerte, y nunca caiga en la superstición de pensar que repetir palabras es lo mismo que orar a Dios. Nuestra vida de oración debe ser muchísimo más profunda que cualquier cosa descrita en el libro la oración de Jabes, de hecho, el enorme éxito de este libro solo demuestra el tremendo vacío en la vida de oración de la comunidad evangélica y eso, a mi modo de ver, es lo más triste de todo.
Cuando escuche por primera vez acerca de La Oración de Jabes, me pareció que era algún tipo de evangelio de la prosperidad. Muchos líderes de estudios bíblicos de nuestra Iglesia me pidieron que evaluara el libro. Este es el resultado de ese estudio.
Primero, pienso que hay algunas cosas positivas en este libro. Me gusta el hecho que motive el interés de la gente en la oración. Muchos que han leído el libro afirman que ha revitalizado su vida de oración. También aprecio el énfasis que Bruce Wilkinson, el autor, hace acerca de la necesidad de depender de Dios. Me gusta como Wilkinson subraya el hecho que cuando oramos a Dios para que nos bendiga, reconocemos que la verdadera bendición es algo que solamente proviene de Dios. Jabes es alguien a quien debemos imitar. El valoró la bendición de Dios y las escrituras nos dicen que fue llamado “más honorable que sus hermanos”, y gracias al libro de Wilkinson, Jabes ahora es más que solo una pregunta difícil de conocimiento Bíblico.
Todo lo que la escritura nos dice sobre Jabes, lo encontramos en 1 de Crónicas 4:9-10, en medio de una de esas largas tablas de genealogía. Es un maravilloso pasaje de las escrituras y un gran ejemplo de oración, pero es una total exageración sugerir como lo hace Bruce Wilkinson que en este pasaje esta algún tipo de clave secreta que desencadena todas las bendiciones que Dios tiene guardadas para los creyentes. Interpretar la oración de Jabes como una fórmula mágica que debe ser recitada palabra por palabra es malinterpretar totalmente el propósito del pasaje.
En el prefacio del libro, Bruce Wilkinson escribe:
Querido Lector, “Quiero enseñarle cómo hacer una oración audaz que Dios siempre responde. Es breve – solo una frase con cuatro partes – y aunque está escondida en la Biblia, creo que contiene la clave para una vida de extraordinario favor con Dios.” Wilkinson nos cuenta como fue introducido a esta oración, cuando estudiaba en el Seminario Teológico de Dallas, cuando el capellán del seminario Dr. Richard Seume, retó a los estudiantes a buscar hacer más por Dios. “¿Quieres una visión mayor para tu vida?, Decídete a ser una persona detallista para Dios”.
Una persona detallista, según explicó el doctor Seume, es alguien que siempre hace un poco más de lo que se le pide o de lo que se espera de él. Por ejemplo, en el negocio de muebles, el detallista da los toques finales a la mercancía, pues con toda paciencia y buen gusto aplica los adornos adicionales que son un sello de calidad y valor.
Wilkinson dice que estando en casa oró, “Señor, creo que quiero ser un detallista para ti”. “Pero,” escribe, “estaba confundido. ¿Que hizo exactamente Jabes para sobresalir?, ¿Por qué contestó Dios su oración?. Wilkinson dice, “Tomé la Biblia y leí el versículo 10, la oración de Jabes. Algo en esta súplica explicaría el misterio. Tenía que ser. Alcancé una silla hasta el mostrador amarillo, me incliné sobre la Biblia y leí esa oración una y otra vez, Indagué y escudriñé con todo mi corazón por el futuro que Dios tenía para alguien tan común como yo”. "La mañana siguiente hice la oración de Jabes, palabra por palabra. Y la próxima, Y la siguiente. Después de treinta años, no me he detenido. Si usted me pregunta qué palabras – aparte de la oración de salvación – han revolucionado mi vida y mi ministerio al máximo, le diría que el claro de ese “detallista” que se llamaba Jabes”. Y Wilkinson sigue por el resto del libro animando a sus lectores a hacer la oración de Jabes como él lo hizo – palabra por palabra – diariamente.
Sin entrar en un detalle exhaustivo sobre todas las cosas grandes y pequeñas que creo deberían criticarse en este libro, déjeme colocar los problemas mayores en tres categorías. Primero Bruce
Wilkinson tiene:
1.- UN CONCEPTO EQUIVOCADO DE LA ORACIÓN
Mucho de lo que Bruce Wilkinson dice sobre la oración son consejos muy pobres, e incluso algunos están totalmente opuestos a lo que Jesús enseño sobre la oración.
Jesús enseño que el énfasis de la oración debía estar en la fe en Dios, pero en el libro “La Oración de Jabes”, el énfasis está totalmente en lo que nosotros deseamos.
Wilkinson escribe, Hace poco, fui a Dallas a enseñar sobre la bendición de Jabes a una audiencia de nueve mil personas. Después de almorzar, un hombre me dijo: - Bruce, le oí predicar el mensaje de Jabes hace quince años y desde entonces no he dejado de hacer esa oración. El cambio fue tan radical que simplemente no he podido dejar de decirla.
Otro amigo, sentado al otro lado de la mesa, se mostró de acuerdo. El dijo que ha estado orando la pequeña oración de Jabes por diez años con resultados semejantes. El hombre que estaba a su lado, un cardio-cirujano, de Indianapolis, mencionó que desde hacía cinco años la estaba repitiendo.
Así que les dije: - Amigos, he hecho la oración de Jabes más de la mitad de mi vida! Note que él NO está hablando de orar como Jabes lo hizo. El no está sugiriendo que incorporemos peticiones similares en nuestra propia oración. El está hablando de recitar las palabras de 1a. De Crónicas 4:10 como si fuesen una fórmula mágica.
El impulsa un programa de seis pasos en treinta días para ayudarnos a recitar las palabra de está oración como un habito. Estos son los dos primeros pasos de su plan de seis:
1.- Ore la oración de Jabes todas las mañanas y mantenga un registro de su súplica diaria mediante un calendario o un cuadro que haga especialmente con este propósito.
2. – Escriba la oración y péguela en su Biblia, en su agenda, en el espejo del baño o en alguna otra parte que recuerde su nueva visión. Esta es una visión de la oración desastrosa y deficiente. Cuando los discípulos vinieron a Jesús y le pidieron, “Señor, enséñanos a orar”, El nos los dirigió a 1a Crónicas 4:10 y les sugirió que la recitaran diariamente. El les dio un modelo de oración; no se suponía que se convirtiera en una fórmula para que la recitáramos.
A través del libro “La Oración de Jabes”, Bruce Wilkinson continuamente sugiere que la única razón por la que no somos bendecidos por Dios, es porque nosotros no pedimos su bendición. En un lugar cita Santiago 4:2, “No recibís, porque no pedís”. Pero en ninguna parte del libro, nunca hace el balance de esa verdad, la cual Santiago nos da inmediatamente en el verso 3: “Pedís y no recibís porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” Cuando oramos, estamos supuestos a pedir que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra, no que nuestra voluntad se imponga en el cielo.
Segundo, el libro “La Oración de Jabes” pareciera estar basado en:
2. UNA VISIÓN EQUIVOCADA DE LA PROSPERIDAD
A través de la Oración de Jabes, Bruce Wilkinson define la bendición divina en términos de milagros, bendiciones materiales, y popularidad mundana. Estos son los únicos tipos de bendición que él parece ser capaz de imaginar. Y adorna su mensaje con anécdotas personales que ilustran las bendiciones celestiales en términos de éxito terrenal. Wilkinson escribe en la página 31: “Si Jabes hubiese trabajado en Wall Street, él habría orado, “Señor, incrementa el valor de mi portafolio de inversiones.”
El editor de Wilkinson, David Kopp, en defensa del libro escribe: “¿Es el mensaje de Bruce que debamos orar por un BMW?... No, pero si eso es lo que usted quiere, pídalo, y si eso lo convence del amor que Dios tiene por usted, entonces lo recibirá”. Dios no necesita satisfacer nuestros deseos carnales y materiales para demostrarnos su amor, lo hizo enviando a Cristo a morir por nosotros en la cruz, El pago por nuestros pecados, no necesita comprarnos con autos o cosas similares.
Wilkinson nos dice en la página 76, “Dios favorece y honra a quienes le piden. No les retiene nada a aquellos que quieren y con todo fervor anhelan lo que El desea.” Entonces ¿podemos decir que Dios no retuvo nada a José todo el tiempo que duro su servidumbre y prisión en Egipto por más de ocho años?, ¿No retuvo Dios nada a Job todo el tiempo que estuvo enfermo y en la miseria rascándose con un pedazo de vasija?, ¿No retuvo nada a Pablo cuando oró tres veces a Dios que quitará el aguijón que tenía en la carne y lo mortificaba?, o ¿eran acaso estos hombres tan pecadores que no anhelaban lo que Dios deseaba? Al parecer Wilkinson olvida o desconoce que aún las pruebas y las tribulaciones son a menudo bendiciones de Dios para que crezcamos y maduremos, El Padre “al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.” Heb.12:6 . Pero si la repetición de esta oración nos deja sin disciplina (pues obtenemos todo lo que pedimos) ya no somos hijos, sino bastardos (verso 8), no solamente Dios afirma que las pruebas son necesarias, que son causa de gozo, que nos perfeccionan, que son lo que debemos esperar como verdaderos cristianos, sino que lo hace grafico en la vida de los apóstoles.
Comenzando en la página 25 del libro, Wilkinson cuenta la historia imaginaria del Sr. Pérez, quien llega al cielo y hace el recorrido obligatorio con San Pedro. Por el camino, el ve un enorme edificio lleno del piso hasta el techo con cajas blancas de regalo. Y estas cajas tienen nombres de personas en ellas. Pérez pregunta si hay una caja para él, y ciertamente la hay, entonces Pedro le permite a Pérez abrir su caja:
El editor de Wilkinson, David Kopp, en defensa del libro escribe: “¿Es el mensaje de Bruce que debamos orar por un BMW?... No, pero si eso es lo que usted quiere, pídalo, y si eso lo convence del amor que Dios tiene por usted, entonces lo recibirá”. Dios no necesita satisfacer nuestros deseos carnales y materiales para demostrarnos su amor, lo hizo enviando a Cristo a morir por nosotros en la cruz, El pago por nuestros pecados, no necesita comprarnos con autos o cosas similares.
Wilkinson nos dice en la página 76, “Dios favorece y honra a quienes le piden. No les retiene nada a aquellos que quieren y con todo fervor anhelan lo que El desea.” Entonces ¿podemos decir que Dios no retuvo nada a José todo el tiempo que duro su servidumbre y prisión en Egipto por más de ocho años?, ¿No retuvo Dios nada a Job todo el tiempo que estuvo enfermo y en la miseria rascándose con un pedazo de vasija?, ¿No retuvo nada a Pablo cuando oró tres veces a Dios que quitará el aguijón que tenía en la carne y lo mortificaba?, o ¿eran acaso estos hombres tan pecadores que no anhelaban lo que Dios deseaba? Al parecer Wilkinson olvida o desconoce que aún las pruebas y las tribulaciones son a menudo bendiciones de Dios para que crezcamos y maduremos, El Padre “al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.” Heb.12:6 . Pero si la repetición de esta oración nos deja sin disciplina (pues obtenemos todo lo que pedimos) ya no somos hijos, sino bastardos (verso 8), no solamente Dios afirma que las pruebas son necesarias, que son causa de gozo, que nos perfeccionan, que son lo que debemos esperar como verdaderos cristianos, sino que lo hace grafico en la vida de los apóstoles.
Comenzando en la página 25 del libro, Wilkinson cuenta la historia imaginaria del Sr. Pérez, quien llega al cielo y hace el recorrido obligatorio con San Pedro. Por el camino, el ve un enorme edificio lleno del piso hasta el techo con cajas blancas de regalo. Y estas cajas tienen nombres de personas en ellas. Pérez pregunta si hay una caja para él, y ciertamente la hay, entonces Pedro le permite a Pérez abrir su caja:
“Allí, en la caja blanca del Señor Pérez, están todas las bendiciones que Dios quiso darle mientras estaba en la tierra... pero nunca las pidió” Y aquí vemos una tercer categoría de enseñanza equivocada de este libro: El libro completo está basado en:
3 – UN CONCEPTO EQUIVOCADO DE PROVIDENCIA
Wilkinson escribe: “Me imagino a Jabes ante una puerta maciza, enorme, en un muro tan alto como el firmamento. Bajo el peso abrumador de su pasado y la monotonía de su presente, solo ve delante de sí la imposibilidad; un futuro taciturno y sin esperanza. Sin embargo, levanta las manos al cielo y clama: “Padre, oh Padre!, Por favor, bendíceme! Y lo que realmente quiero decir es... que me bendigas, pero en abundancia!” Con la última palabra comienza la transformación. Oye un golpe tremendo. Luego algo como un gemido. Después un rechinar a medida que la formidable puerta oscila para apartarse de él en un arco muy amplio. Y allí, extendiéndose hasta el horizonte, hay campos de bendición. Y Jabes avanza un paso a una vida completamente nueva. (pp.22-23).
La vida cristiana no es así. Siempre que oiga que alguien le ofrece alguna fórmula que está diseñada para lanzarlo inmediatamente a un plano más alto de Cristiandad, le están ofreciendo un engaño, una mentira, un fraude.
Siempre que alguien le diga que Dios trabaja únicamente por milagros, donde el curso natural de las cosas es sobrenaturalmente interrumpido por algún tipo de intervención divina, usted está escuchando a alguien que no entiende o no aprecia la soberanía de Dios obrando en providencia.
Cuando Dios obra a través de una manifestación sobrenatural que interrumpe el curso natural de las cosas como por ejemplo, la multiplicación física y visible de cuatro panes y dos peces para alimentar a cinco mil personas, caminar sobre el agua, que el sol se detenga en el cielo, etc., estos son milagros. Cuando Dios obra a través de circunstancias normales de la vida en nuestro favor, eso es la providencia.
Y este es una de los más flagrantes errores en este libro, Bruce Wilkinson al parecer piensa que a menos que Dios intervenga milagrosamente en nuestras vidas, El no está obrando en absoluto. El autor ve la mano de Dios solamente en milagros, y nunca en actos diarios de providencia.
En las páginas 15-16, Wilkinson escribe “¿Cuándo fue la última vez que Dios obró a través de usted, en tal forma que supo, sin duda alguna, que fue Él quien lo hizo? En efecto, ¿cuándo fue la última vez que vio suceder milagros en forma regular en su vida?.
Si Dios tiene que hacer milagros para que usted sepa sin la menor sombra de duda que El está obrando, usted tiene una fe muy deficiente. Milagros por definición, en la actualidad, no ocurren en forma regular en la vida de nadie.
Dios normalmente obra a través de providencia. Dios está trabajando aún cuando su poder no se despliega en milagros. Todas las cosas obran para bien para aquellos que aman a Dios.
No creo que Wilkinson entienda la soberanía de Dios y la naturaleza caída de la humanidad, si algo es claro en este libro es esto: Wilkinson no entiende la Soberanía de Dios, en la página 77 Wilkinson escribe esto: No quiero llegar al cielo y escuchar a Dios decirme, “Examinemos tu vida, Bruce. Déjame mostrarte lo que quise para ti y que traté repetidamente de hacer por medio de ti… pero no me lo permitiste”, que desastre dice Wilkinson, pero el verdadero desastre es lo que Wilkinson enseña sobre la doctrina de la soberanía divina, una y otra vez Wilkinson enseña que el poder de Dios está limitado por lo que el hombre hace, de hecho , en la teología de Wilkinson el poder de Dios debe ser movido o desatado por las decisiones del hombre, es más su poder debe ser “desatado” por nuestras palabras, o alguna acción de nuestra parte. Esta es una visión de un Dios totalmente impotente y denigra la Soberanía de Dios tal y como se revela en las Escrituras. Nos pone a nosotros al mando con las palabras que decimos y ata las manos de Dios para darnos o negarnos la bendición, y nos muestra un Dios que se lamenta en el cielo de lo que quería darnos, pero no lo dejamos. Todo lo opuesto a lo que la Biblia enseña.
Y si usted cree que cuando lleguemos al cielo vamos a escuchar a Dios lamentándose de todo lo que Él quería hacer, pero no lo dejamos, entonces usted tiene una visión defectuosa de Dios. El Dios de las escrituras declara que: “Su consejo permanecerá, y hará todo lo que quiere” (Is.46:10).
No solamente la idea de Wilkinson acerca de Dios es muy pequeña, su confianza en la humanidad caída y pecaminosa es muy grande. Nosotros no podemos limitar a Dios, no podemos impedir que cumpla su propósito.
En la página 44 dice: “Si usted da pasos pequeños, no necesita a Dios” y nos impulsa a dar pasos arriesgados de gigante, en los que se verá forzado a confiar en Dios y no confiar en la carne, pero en el proceso demuestra que el mismo tiene mucha confianza en la carne, que contrario es esto a las palabras de Jesús en Juan 15:5 “separados de mi nada podéis hacer”. Esto de tomar pasos arriesgados para confiar en Dios para mí, es el pecado de tentar a Dios, debemos confiar en Dios en todo. Wilkinson no deja lugar para que Dios trabaje en nosotros a través de sabiduría o discernimiento.
Hay mucho más que podríamos decir de este libro, pero para concluir debo decir que no es un buen libro, de hecho es bastante malo, y no le recomendaría a nadie que lo lea, tampoco creo que sea bueno para darlo a sus amigos no creyentes o vecinos, y si Usted quiere revolucionar su vida de oración podría recomendarle algunos libros buenos sobre oración como los libros de E.M. Bounds como “Poder a través de la oración”, “lo esencial de la Oración, “El predicador y la oración”, etc. y por supuesto el libro de John MacArthur “A solas con Dios” que habla de la oración del Señor y algunos principios del Nuevo Testamento en oración.
Nunca vea sus oraciones como encantamientos de buena suerte, y nunca caiga en la superstición de pensar que repetir palabras es lo mismo que orar a Dios. Nuestra vida de oración debe ser muchísimo más profunda que cualquier cosa descrita en el libro la oración de Jabes, de hecho, el enorme éxito de este libro solo demuestra el tremendo vacío en la vida de oración de la comunidad evangélica y eso, a mi modo de ver, es lo más triste de todo.
Por Phil Johnson, The Grace Life Pulpit. Traducción por Predica La Palabra.
Fuente: https://www.facebook.com/Comentario.Biblico.Predica.La.Palabra/posts/2339006466317366?__tn__=K-R
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