Por Su Gracia
A propósito de tantos vientos ecuménicos por parte de Bergolgio, en donde sus discursos se caracterizan por un llamado a la falsa tolerancia y evangelio del falso amor, a los cristianos protestantes se nos olvidan algunas cosas de suma importancia:
Se nos ha olvidado de dónde venimos y a dónde no debemos volver. Se nos olvida que somos protestantes contra Roma, contra el papa.
Se nos olvida que nuestra protesta es contra todo el que se levante como representante de Cristo en la tierra. Se nos olvida que debemos predicarle a los católicos que ni María, ni los santos, ni los sacramentos los van a llevar al cielo. Se nos olvida que la misa es un sacrificio permanente de Cristo. Se nos olvida que la salvación no es por obras, indulgencias ni por ningún mérito humano, la salvación es por gracia a través de la fe (Efesios 2:8-9). Estas son diferencias de fondo, no de forma, pues atentan contra el sacrificio único y suficiente de Cristo (Hebreos 10:10).
Se nos olvida que un monje llamado Martín Lutero hace 500 años tuvo el valor de proclamar las 95 tesis en contra de roma, y que todos los demás reformadores, los puritanos, todos nuestros padres espirituales, nos advirtieron que roma es la ramera del Apocalipsis y que el papado es el anticristo, lo dice la Palabra y la historia, la confesión bautista, la confesión de Westminster, etc. durante 480 años todos nuestros antecesores predicaron esto y llamaron a la gente engañada a salir de roma. ¿No es extraño que durante los últimos 30 años nos cambiaran el discurso?.
¿Estarían equivocados los cristianos durante tantas generaciones que afrontaron pruebas, persecuciones, torturas, fueron víctimas de la “santa inquisición”, etc? ¿No es casualidad que la unidad a la que está convocando el papa no es solo a los cristianos, sino a los musulmanes, judíos, ateos, homosexuales, etc?
Esto es clara señal de apostasía y ecumenismo, profetizado como señal de los últimos tempos (Apocalipsis 13, 17 y 18). Si el papa fuera un verdadero cristiano, simplemente no sería papa. Un cristiano genuino nunca se hace llamar a sí mismo representante de Dios en la tierra, ni vicario de Cristo, ni sumo pontífice, ni mucho menos consagraría el mundo a maría como lo hizo a principio de su pontificado.
Pablo denunció falsos maestros con nombre propio como en el caso de himeneo, Alejandro y Fileto (1 Timoteo 1:20 y 2 Timoteo 2:17), pues estos personajes estaban enseñando falsas doctrinas y engañando a las personas. La falsa enseñanza hay que combatirla para que los incautos no caigan en ella, es nuestro deber hacerlo. En Apocalipsis 2 y 3 cuando el señor les habla a las 7 iglesias, destacaba a los que no habían tolerado las falsas doctrinas y reprendía a los que si las habían tolerado. Particularmente en Apocalipsis 2:2 dice: “conozco tus obras, tu duro trabajo y tu perseverancia. Sé que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles pero no lo son; y has descubierto que son falsos.
Bíblicamente la iglesia católica no es una rama del cristianismo ni mucho menos una denominación cristiana.
Nuestra misión es llamar a las personas a salir de allí (Apocalipsis 18:4). Nuestro problema no es contra los católicos, es contra la institución que engaña a las personas haciéndoles creer que siguen a Cristo, cuando en realidad están siguiendo a un Cristo y un evangelio distorsionado. Es una religión pagana que viene desde babilonia y de la cual Dios se apartó. No se puede servir a Dios y a los ídolos (1 Corintios 10:21).
La iglesia verdadera de Cristo es un remanente fiel escogido por Dios, no una institución creada por hombres, es orgánica, no organizativa, es invisible, pues sus ovejas escuchan su voz y lo siguen (Juan 10:27). La religión mundial del Apocalipsis se sigue consolidando ante nuestros ojos y no estamos haciendo nada.
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