José Grau
En relación con la teoría de una futura tribulación judia, Alexander Reese, un premílenialista que no se considera dispensacionalista, escribió un libro de 320 páginas llamado "The Approaching Advent of Crist" para refutar la hipótesis dispensacional conocida bajo el nombre de "pretribulacionismo" (teoría que supone el arrebatamiento de la Iglesia antes de que sobrevenga la supuesta "gran tribulación al final de los días", una tribulación que sólo afectaría a los judíos, al decir de los dispensacionalistas).
He aquí algunos de sus comentarios: En algunas observaciones sobre la tribulación, Darby afirmó (Collecterd Writings, vol. xi, p. 251) que sólo sabia de seis textos que traten esta cuestión (Jer. 30:7; Dan. 12:1; Mat. 24:21: Mar. 13:19; Apoc. 3:10: 7:14).
De manera similar escribe Kelly en su Second Coming (p. 235). Pero yo podría sugerirles dos textos que, al parecer, les han pasado inadvertidos. ¿Cómo es posible? ¿No será porque esos dos textos destrozan y trituran sin compasión toda la hipótesis de la gran tribulación final judía? Me refiero a Apocalipsis 13:7: "Y se le permitió hacer guerra contra los santos y vencerlos".
También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación." Y el otro texto es Apocalipsis 12:12-17, del que citaré tan sólo el versículo á2: "El diablo ha descendido hasta vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo."
De acuerdo con Darby y sus seguidores, la gran tribulación es la ira de Dios sobre el pueblo judío por haber rechazado a Cristo. De acuerdo con la Escritura, es la ira del diablo en contra de los santos por haber éstos rechazado al Anticristo y haber continuado fieles a Cristo.
Una vez que el lector ha visto la verdad bíblica sobre este punto, todo el tinglado darbista se viene abajo, como castillo de naipes, hecho con barajas de hipótesis; con suposiciones y nada más haremos bien en observar la diferencia que hay entre "tribulación" y el concepto bíblico de "la ira de Dios".
El Nuevo Testamento revela que la Iglesia, desde su comienzo, sufrió tribulación y no estará exenta de la misma hasta que Cristo ponga fin al estado de cosas en este mundo. Es una falsa ilusión, y muy peligrosa, el enseñar a los cristianos que quedarán a salvo de cualquier tribulación final, desencadenada por las fuerzas del mal ( Mat 13:21: 24:9; Jn. 16;33: Hech. 11:19: 14:33; 20:23; Rom 5-3-8: 8:35; 12:12; 2Cor. 1:4; 4:17; 7:4: 8:2; Ef. 3:13; 1Tes. 1:6; 3:3. 4, 7; 2Tes. 1:4, 6; Heb.10:33: Apoc. 7;14).
Lo que nunca se cierne sobre el justo es "la ira de Dios", la cual se manifiesta en su forma extrema tan sólo sobre los inicuos (Mat. 3:7: Lúc. 21:23; Jn. 3:36; Rom. 1:18: 2:5,8: 5:9; Ef. 2:3; 5:6: Col. 3:6; 1Tes. 2:16: 5:9; Apoc. 6:16, 37; 11:18; 14:10; 16:19: 19:15).
Es cierto que se puede sufrir tribulación al tiempo que se experimenta la ira y la retribución de Dios, pero nadie puede sufrir la ira de Dios por ser justo. Confundir la tribulación con la ira sólo conduce a erróneas interpretaciones del texto Bíblico.
La nota de Scofield con respecto a Mateo 24:15-16 dice así: Véase Lucas 21:20-24. El pasaje en Lucas se refiere en términos evidentes a la destrucción de Jerusalén por Tito en el año 70 d.C. Mateo trata de una futura crisis en Jerusalén que tendrá lugar después que la "abominación" se haya manifestado. Debido a que las circunstancias en ambos casos habrían de ser similares, las advertencias también lo son. En el primero de estos casos, Jerusalén fue destruida; en el segundo, será liberada mediante la intervención divina.
Esta nota es inconsistente con lo que enseña la Sagrada Escritura, por lo menos en cuatro puntos:
1) Nada hay que indique en la Biblia que Jesús, en su discurso, se referia a dos asedios distintos de la ciudad de Jerusalén.
2) Los "días de retribución" y el "día de la ira", de los que nos habla Lucas, eran en cumplimiento de profecías (Lúc. 21:22). Incluso Scofield admite que el relato de Lucas se refiere a eventos del pasado, ya cumplidos. Es lo que acaeció a los judíos durante la destrucción de Jerusalén el año 70 de nuestra era.
3) No hay la más pequeña diferencia en Mateo y Marcos acerca de una supuesta intervención divina para preservar la ciudad de Jerusalén en ninguna ocasión.
4) Ninguna de las referencias bíblicas que da Scofield en su nota se refiere a esta supuesta liberación de la ciudad como tal.
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