martes, 12 de noviembre de 2013

"Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago…Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago"


World Challenge



Muchas voces en el mundo de hoy están analizando por qué la gente está tan perpleja y preocupada. Pero la cantidad no es mayor a una "Babel" de razones confusas. El hecho es que ningún verdadero amante de Jesucristo va a estar atribulado por la posible pérdida de cosas materiales. Más bien, ¡va a estar plagado de problemas en el mundo espiritual!

Pablo conocía la verdadera causa de nuestras perplejidades y angustias y él aborda el tema en Romanos 7:15-19:


"Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago…Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago".


El apóstol está diciendo: "Justamente aquello que no quiero hacer, termino haciéndolo. Pero aquello que me encantaría hacer, en obediencia a Dios, ¡me es imposible lograrlo!"

Acá, Pablo se está refiriendo a miles de creyentes sinceros. Ellos están preocupados, ya que simplemente no pueden encontrar la victoria sobre el pecado. Ellos quieren hacer lo correcto, vivir una vida santa y pura delante del Señor; y odian el pecado que tan fácilmente los tienta e interrumpe su comunión con Cristo. Sin embargo, ¡siguen volviendo a éste!

Terminan angustiados, preocupados y cansados, gritando: "¡Miserable de mí! Yo no quiero seguir con esto.

¡Pero pareciera imposible resistirse! ¿Por qué soy tan débil? Y ¿por cuánto tiempo debo soportar esta lucha? ¿Pasaré toda mi vida llorando un río de lágrimas, confesando y arrepintiéndome y luego volviendo a mi pecado?".

Abraham hizo una pregunta similar al Señor al no ver salida al dilema en que estaba. La respuesta de Dios fue: "Yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande" (Génesis 15:1). El Señor le dijo: "Abraham, te voy a dar a Mí mismo y eso es todo.


Yo seré tu defensor y tu gran recompensa, porque Yo soy el que soy.

No tienes por qué temer a otro enemigo durante toda tu vida, porque ¡Yo seré Dios para ti!



David Wilkerson


Fuente: http://sermons.worldchallenge.org/view/devotions


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Paul Washer




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Muchas voces en el mundo de hoy están analizando por qué la gente está tan perpleja y preocupada. Pero la cantidad no es mayor a una "Babel" de razones confusas. El hecho es que ningún verdadero amante de Jesucristo va a estar atribulado por la posible pérdida de cosas materiales. Más bien, ¡va a estar plagado de problemas en el mundo espiritual!
Pablo conocía la verdadera causa de nuestras perplejidades y angustias y él aborda el tema en Romanos 7:15-19: "Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago…Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago".
El apóstol está diciendo: "Justamente aquello que no quiero hacer, termino haciéndolo. Pero aquello que me encantaría hacer, en obediencia a Dios, ¡me es imposible lograrlo!"
Acá, Pablo se está refiriendo a miles de creyentes sinceros. Ellos están preocupados, ya que simplemente no pueden encontrar la victoria sobre el pecado. Ellos quieren hacer lo correcto, vivir una vida santa y pura delante del Señor; y odian el pecado que tan fácilmente los tienta e interrumpe su comunión con Cristo. Sin embargo, ¡siguen volviendo a éste!
Terminan angustiados, preocupados y cansados, gritando: "¡Miserable de mí! Yo no quiero seguir con esto. ¡Pero pareciera imposible resistirse! ¿Por qué soy tan débil? Y ¿por cuánto tiempo debo soportar esta lucha? ¿Pasaré toda mi vida llorando un río de lágrimas, confesando y arrepintiéndome y luego volviendo a mi pecado?".
Abraham hizo una pregunta similar al Señor al no ver salida al dilema en que estaba. La respuesta de Dios fue: "Yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande" (Génesis 15:1). El Señor le dijo: "Abraham, te voy a dar a Mí mismo y eso es todo. Yo seré tu defensor y tu gran recompensa, porque Yo soy el que soy. No tienes por qué temer a otro enemigo durante toda tu vida, porque ¡Yo seré Dios para ti!
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